CANBERRA.- Activistas ecologistas contrarios a la caza de ballenas han amenazado con acciones al estilo militar contra un ballenero japonés que tiene detenidos a dos de sus colegas, mientras Australia ofreció su ayuda para poner fin a la confrontación de dos días en las heladas aguas cercanas a la Antártica.
"Intentaremos hacer todo lo que podamos para impedirles que maten ballenas. Eso es lo que estamos haciendo aquí", dijo a medios locales Paul Watson, capitán del barco de protesta Steve Irwin, que lleva el nombre del difunto ecologista de la televisión.
La caza se frenó en el Océano Antártico después de que el martes dos activistas anticaza de ballenas fueron detenidos tras mezclarse entre los tripulantes de un barco ballenero para enviar una carta de protesta.
Ambas partes se han acusado de comportarse como terroristas y los japoneses han dado a la Sociedad Conservacionista Sea Shepherd, a la que pertenece Watson, una lista de condiciones para la entrega del australiano Benjamin Potts y el británico Giles Lane.
El Ministro de Relaciones Exteriores australiano, Stephen Smith, quien está en contacto con el Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, para evitar una disputa diplomática, dijo que había pedido que una patrulla australiana recogiera a los hombres como un intermediario neutral.
"Queríamos que la entrega se hiciera tan pronto como fuera posible, pero la gente debería entender que es una operación difícil", dijo Smith.
El rompehielos Oceanic Viking estaba al alcance de la vista de la flota ballenera japonesa e intentaba hace contacto tanto con Watson como con el capitán del barco japonés Yushin Maru No.2, agregó.
Responsables balleneros japoneses han dicho que están dispuestos a liberar a los dos activistas en una embarcación inflable del Sea Shepherd, si el Steve Irwin permanece a 10 millas náuticas de distancia durante la entrega.
"Queremos entregarlos tan pronto como sea posible y nos hemos ofrecido, pero no ha habido respuesta del Sea Shepherd", dijo el secretario de gabinete, Nobutaka Machimura.
Japón tiene planes en el verano antártico para cazar casi 1.000 ballenas minke y rorcuales comunes para investigación, pero ha abandonado el proyecto que implicaba el sacrificio de 50 ballenas jorobadas tras la condena internacional y una protesta diplomática formal de 31 países.
Pese a la moratoria de cacería de cetáceos, Japón tiene permiso para una caza "científica" anual, argumentando que la captura de estos animales es una tradición cultural arraigada y que es necesaria para estudiar ballenas. Su flota ha matado a 7.000 ejemplares de minke en los últimos 20 años.