La líder de "Fuerza 2011" ha intentado desmarcarse de la huella dejada por su padre.
AFPLIMA.- Muchos dicen que será su padre quien gobierne en la sombra si gana la Presidencia de Perú. Otros, le critican su juventud. Pero Keiko Fujimori ha buscado con aplomo aplacar esos temores durante su camino al balotaje. "Si soy elegida, las decisiones las voy a tomar yo". Así, categórica, busca convertirse en la primera Jefa de Estado del país vecino, aun cuando carga sobre sus hombros un apellido que para algunos significa estabilidad económica, y para otros violación a los derechos humanos y corrupción.
De ojos ajados por su ascendencia japonesa, la candidata por "Fuerza 2011" ha palpado la política desde joven. Primero acompañando a su progenitor, el encarcelado Alberto Fujimori, en sus giras; y después como Primera Dama, cuando se separaron sus padres.
Tras concluir una maestría en administración de empresas en la Universidad de Columbia (Estados Unidos), regresó a Perú, donde fue electa congresista (2006).
Fragilidad de los recuerdos
Ahora, la evocación de los errores de su padre ha acechado con fuerza a Keiko Fujimori en la recta final de la contienda, incluso haciendo tambalear algunos apoyos. "Durante mi gobierno nos aseguraremos de que este tipo de excesos nunca más se vuelvan a cometer", prometió.
Y recordó: "Tuve opiniones discrepantes cuando a los 24 años yo estuve en contra de la tercera reelección y firmé el referéndum. Yo solicité a mi padre que no renunciara (vía fax) en Japón y me quedé en Perú".
En medio de estos temores, es su propia herencia política -la que ha defendido con dientes apretados- el principal activo de su candidatura y que mantiene indescifrable la disputa con su contendor, Ollanta Humala. Aun así, serán las urnas las que hablen y decidan si pasará a convertirse en lo que es ahora Dilma Rousseff (Brasil) y otrora Michelle Bachelet (Chile): la primera Jefa de Estado de su país.