SANTIAGO.- Dice categórico no tener "nunca" miedo por su nuevo trabajo literario o por quienes señala con nombre y apellido en la obra. "Al contrario estoy muy conmovido por algunas recepciones de esta novela, cursi, romántica, sensiblera, que repone la emoción en estos tiempos de frialdad y neoliberalidad".
Palabras de Pedro Lemebel, el autor de crónicas estremecedoras como
Loco afán y
De perlas y cicatrices, y que este viernes 27 en el salón del ex Congreso Nacional alzará la voz para referirse a su primera novela. Aquella de historias de amor, odio, dolor, música, en los tiempos del régimen militar, particularmente de 1986, año del atentado a Augusto Pinochet.
Eso y más toca, en lenguaje tipo Corín Tellado, el título
Tengo miedo torero de un autor reconocido en el extranjero, y que si de recuerdos de trata, es el mismo, con más arrugas y muchos más escritos, que llevara la batuta durante los 80 en el colectivo gay "Yeguas del Apocalipsis".
Es un cambio de lenguaje: el de las crónicas es fuerte, sin pelos en la lengua, en cambio la novela tiene tintes sensibleros...
"Es una estética kitsch popular, que me interesa no exponer, sino que potenciar en mi escritura. Creo que este formato de novela romance es un formato que tiene que ver con mis crónicas, con mi afán de escritura social, popular, y que un poco de alergia debe causar a las estéticas más refinadas".
La historia es el romance entre una "loca" y un miembro del Frente, ¿te basaste en alguna historia cercana?
"Particularmente yo tuve un acercamiento afectivo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, casi militante, y digo que lo dedico a Julio Guerra" (N. de R: en el libro escribe:
se me aprieta el corazón al recordar sus ojos mansos y su figura de clavel estropeado, aguijoneado de balas por la CNI en el departamento de Villa Olímpica).
"Es una historia de amor que tiene como telón de fondo el atentado; puede ser un lugar común hablar de un romance entre un homosexual y un guerrillero, pero es rescatable en medio de la frialdad e individualidad de los años ochenta y hasta ahora", afirma Pedro Lemebel.
Una narración con referentes cinematográficos y musicales, partiendo por el título del libro que alude a una canción de Sarita Montiel (
Tengo miedo torero, tengo miedo que en la tarde tu risa flote); la intervención radial y de tambores del
Diario de Cooperativa en medio de protestas callejeras, y ese romance gay visto varias veces en la pantalla grande.
"Hay citas al cine, como
El beso de la mujer araña si se trata de parejas, o el final que es verdaderamente cinematográfico, a lo mejor es
Casablanca. Tiene que ver con la radio que, en ese tiempo, era más confiable que la televisión, más creíble la Cooperativa, la Umbral; la televisión representaba la cara del facismo y sigue siendo así", añade el autor.
¿No te complica aludir a Pinochet y su esposa, a su intimidad, en la novela?
"O sea no me complica, no me preocupa. Ellos son los que deben estar en la cárcel, son las pequeñas venganzas que uno guarda, aunque sea eso lo que depara la democracia como respuesta" (N. de R: incluso Lemebel sostuvo en La Tercera
me reí mucho escribiendo las rabietas de dona Lucy (...) le perdí el miedo a la catedral novelera, igual que a Pinochet).
¿Qué queda como conclusión de esta novela y qué se viene, Pedro?
"Sólo puedo contestar a la derecha literaria que esta novelita es mía, una larga crónica que puede ser mala, cursi, analfabeta, pero está escrita con las manos limpias (...) Ahora regreso a la crónica, que es mi talla literaria, estoy preparando el libro
Zanjón de la Aguada, que es la recopilación de crónicas de tres años atrás, son crónicas plebeyas, publicadas en
The Clinic,
Punto final,
Rocinante, lugares donde me muevo con confianza".