SANTIAGO.- Estudió Derecho, al igual que Fidel Castro, claro que el líder revolucionario le llevaba dos años de adelanto en la Universidad de La Habana. Participaron en movimientos estudiantiles contrarios, lo cual en un momento de sus vidas los iba a llevar a toparse. Más bien a pelearse a puñetes.
Es parte del anecdotario del cubano Fernando Flórez Ibarra (71 años, casado con chilena), quien es reconocido por su cargo de fiscal de los Tribunales Revolucionarios a principios de los '60, donde se ganó el despectivo mote de "Charco de sangre". Luego fue embajador en Polonia. Yugoslavia, Suecia, Ecuador, Francia, entre otros países.
"Con Fidel estábamos en bandos distintos, eran los años cuarenta y pico, se presionaba a todos. Yo pertenecí al Movimiento Socialista Revolucionario, que de socialista no tenía nada. Era dirigido por un personaje que se convirtió en un pistolero reconocido... Max Ferrer", recuerda Flórez, al inicio de esta entrevista, interrumpida a ratos por sorbos de café.
¿Cómo llega a pelearse con Castro estudiante?
"Fidel era un dirigente ajeno a los grupos. Chocábamos al luchar por posiciones en la Federación Estudiantil Universitaria, y eso concluyó en una pelea durante una asamblea. Se creó un mitin, el ministro que estaba huyó y Fidel empezó a condenar al gobierno, yo me le acerqué y le grité
tú eres un parásito económico de tu padre. El me miró y me dijo
yo seré parásito de mi padre pero tú tienes puestos en el gobierno. Era verdad y quise acercarme para que bajara, al caer empezamos a golpearnos hasta la plaza, ahí nos separaron".
Tras ese incidente, los caminos de ambos volvieron a cruzarse, esta vez por la misma senda. "Empieza la lucha revolucionaria contra el dictador, y lo primero fue el ataque al cuartel Moncada, dirigido por Fidel. Después vino el desembarco de Trama y Sierra Maestra, del año 52 al 59; en este proceso, terminé al final en la sierra de Escambray trabajando, participé en las últimas batallas, ahí estaba operando incluso el Che (Ernesto Guevara)".
¿Después de eso lo nombran fiscal?
"A los poquitos días del triunfo de la revolución, como era, o soy, abogado, se organizan los Tribunales Revolucionarios sobre la base de la ley número 1 de la Sierra Maestra: pena de muerte para los asesinos de la dictadura que eran apresados. Esa ley siguió vigente para juzgar a los esbirros de la tiranía, que habían torturado, ahí es que yo entro, del 59... después vino la lucha contrarrevolucionaria, pagada por Estados Unidos, los sabotajes, la quema del Cañaveral, empezó a aplicarse para frenar esa actividad".
¿Cómo analiza su posterior responsabilidad en la muerte de un centenar de personas? Se le puso hasta el apodo de "Charco de sangre".
"
Charco de sangre se me puso desde Miami, de grupos contrarrevolucionarios. Lógicamente fue una labor difícil, dura, no sólo por los personajes a quienes pedí pena de muerte, sino porque tenían familiares. No era insensible a eso, pero como teníamos la convicción de que era la única forma eficaz de defender a la revolución (...) Hubo también amigos muertos, pero fue gente que traicionó".
Del '63, las causas de la Fiscalía pasan a los tribunales ordinarios, y es donde la vida de Fernando Flórez toma otro giro. "El ministro Raúl Roa, muy amigo, habíamos estado exiliados en México juntos, me propone embajador en Polonia, trabajo que dura 30 años, paso por Yugoslavia, Suecia, Ecuador...".
¿No temió por su vida en el exterior, sabiendo que era enemigo para muchas personas?
"Sí, me mandaron anónimos, pero pudo conocer bien a este tipo de enemigos, actúa cuando no tiene riesgo. A mí me hicieron dos atentados, en uno de ellos salvé la vida de milagro. Primero fueron a poner una bomba en el auto, tenía el
garage abierto, tenía un perro que se llamaba Rommel, y el perro les salió y le dieron un balazo y no pudieron terminar su trabajo".
Y añade: "Posteriormente, vivía lejos de La Habana, había que tomar la carretera que va al aeropuerto, en uno de esos viajes, yo tenía escolta, en un tramo donde hay dos semáforos y una línea de ferrocarril, disminuyo la velocidad, se me frenó un auto, bajó un tipo vestido de miliciano con una granada sin espoleta, me tiré debajo del asiento, mi escolta la tomó y le explotó, hiriéndole en la cabeza y a un transeúnte".
A propósito de atentados, ¿qué juicio histórico y valórico tiene del FPMR, movimiento que amparó el gobierno cubano y que mató al senador Jaime Guzmán?
"En ese atentado, quien se lo haya adjudicado, está perfectamente claro que Cuba no tuvo nada que ver; eso se produce en un momento en que Chile está en otro proceso, incluso en que se estaban tratando de establecer relaciones con Cuba".
Pero ustedes instruyeron militarmente a miembros chilenos del Frente, y no era precisamente para realizar política verbal en el país...
"Nosotros no negamos esto: cuando toda América Latina rompe relaciones con Cuba por orden de Estados Unidos, sometidos a los
yanquis, nos sentimos liberados de poder hacer y ayudar a cualquiera que necesitara ayuda y fuera revolucionario, ¡menos México!, que fue el único que tuvo la dignidad de no romper relaciones con Cuba. En ese período pasaron muchas cosas, pero en el caso que tú me estás hablando Cuba no tiene absolutamente nada que ver".
Perdón pero hay una responsabilidad: el gobierno de Castro amparó a quienes cometieron aquel crimen, interviniendo en la política interna de otro país...
"Nosotros ignorábamos totalmente eso, que se estuvieran preparando para ese atentado. Yo estuve aquí precisamente en el gobierno de Aylwin, yo estaba de embajador en Francia y vine a conocer a la familia de mi mujer, que es chilena. Había un grupo en ese tiempo que ponía bombas, Lautaro creo que se llama. Tuve entrevista con Krauss (ministro del Interior), con Belisario Velasco, con (Enrique) Correa, porque pensaban que podía intervenir con esa gente, pero jamás esa gente tuvo que ver con nosotros".
Pero el atentado a Guzmán ocurrió en momentos que se intentaba establecer relaciones entre Chile y Cuba...
"Eso explica que nosotros no tuvimos nada que ver con eso. El grupo actúa secretamente aquí, y no tenía porqué informarnos o pedirnos permiso (...) Enseñamos tácticas de guerrilla a chilenos, entrenamos a algunos de ellos para
equis cosas, pero después fueron independientes totalmente de la revolución, y sabían nuestra posición: con quienes tuviéramos relaciones, contactos amistosos, ahí no entrábamos y nos negábamos a participar en cualquier acción como esa. Ahora si estos revolucionarios vinieron a Cuba, empezaron a organizarse y actuar por su cuenta, es responsabilidad de ellos".
Incluso, la policía chilena detectó la presencia de aquellos frentistas en Cuba, ¿qué puede decir al respecto?
"No creo que sea verdad
chico, si la policía lo dijo, vaya ver, pero no lo sé, y sencillamente no lo creo. Te repito: con cualquier país que Cuba tenga relaciones, esas relaciones son respetadas aun cuando el régimen sea totalmente contrario al nuestro, aun cuando sea una dictadura (sic)".
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