SANTIAGO.- Actualmente está dedicada a la obra
Macbeth, para el bailarín Julio Bocca, y a la coreografía
Angeles desnudos de su compañía "Tangokinesis", la misma que la ha llevado a recorrer Europa y Sudamérica. Por eso, es un placer cuando ella, Ana María Stekelman, hace un paréntesis, cruza la cordillera y en dos meses deja montado el próximo estreno del Ballet Nacional Chileno.
Tan es así la confianza depositada en esta coreógrafa argentina, que la compañía de la Universidad de Chile tituló su segundo ciclo, que se inicia este viernes 22,
Carta blanca a Ana María Stekelman, con dos reposiciones autorales de los años 80 como son
Formas y
Triple tiempo, además de
Pampeana, una obra creada especialmente para la agrupación nacional .
De esta experiencia, de sus fuentes de inspiración, de la música de Bach, del trabajo con bailarines chilenos, habló con
emol.com esta premiada mujer, asesora coreográfica del filme
Tres esposas, de Marco Risi, y encargada del show de apertura de 16º Festival de Cine de Mar del Plata 2001.
¿Qué tan complicado fue volver a reponer obras que había inventado hace más de una década?
"Claudia Barretta, que es mi repositora, asistente, sabe mucho de cómo y cuánto es de difícil remontar coreografías de años (se ríe de manera fácil). Son las dos primeras obras del montaje,
Formas y
Triple tiempo, y Claudia estudió la obra, la escribió, la dibujó, la miró en videos y la pasó. Es una obra bastante complicada".
Usas fragmentos de Bach (Sonata Nº 3 en Sol Menor y Sonata N º2 en Re Mayor), ¿qué te atrajo de esta partitura para llevarla a la danza contemporánea?
"Hubo un momento en que descubrí Bach como músico, es como el origen de toda la música occidental, y lo elegí por eso. Habrás visto que tiene movimientos rápidos y otros muy lentos, y bueno en un momento me empecé a dar cuenta que trabajar con Bach me iba a enriquecer como coreógrafa. Seguí puntualmente la música en estas obras, que es una tarea que a veces la hago y a veces no; a veces voy en contra de la música, en este caso la sigo muy textualmente".
De hecho, da la sensación que las coreografías son una especie de visualidad del sonido...
"¡La visualización del sonido!, sí, en estas dos obras estoy tratando de hacer eso. En esta última, el número tres es un número mágico, es el número del movimiento, el uno es la manifestación, el dos el equilibrio... el tres es la interacción de lo positivo a lo negativo, y lo neutro, lo masculino, lo femenino, lo neutro; el tiempo del pasado, presente y futuro. Y tiene que ver también con la Trinidad, en que siempre en todas las religiones el principio divino está dividido en tres, es muy claro en el cristianismo: padre, hijo y espíritu santo".
En tal sentido, la presencia de sutilidad y fuerza de tres bailarines en el escenario -Jorge Carreño, César Sepúlveda y Alex Gauna-, con una tenue luminosidad, permite una introspección en el público al ver
Triple tiempo. "Eso mágico del número tres lo llevé a esa coreografía", añade la directora.
Respecto del primer montaje,
Formas, que abre el segundo ciclo de la temporada 2001 del Ballet Nacional Chileno, Stekelman sostiene: "También es música de Bach, pero siento como que tiene una alegría religiosa, que es como el placer de la vida, del movimiento, y que sea como una explosión colectiva en todos los espacios".
La tercera obra, "Pampeana", se sale de la línea clásica, con elementos musicales populares, ¿qué quisiste explorar?
"Es la más simple. Ocupo temas folclóricos bailados, sin ninguna segunda intención ni connotación folclórica. Están bailados, es como un divertimento, más fresco. Quien compuso la música es el argentino Ariel Ramírez, interpretado en un pianito por Polly Ferman. Es muy delicado, porque no está interpretado por músicos folclóricos, sino por una pianista clásica".
Finalmente, ¿qué impresión te dejó el nivel de los bailarines locales, al trabajar con el Ballet Nacional Chileno?
"La interacción es brava siempre, no es fácil; lo que es muy, muy bueno, es que es un ballet con una raíz de danza contemporánea muy fuerte y eso es muy grato para el trabajo. Es muy interesante, porque ellos tienen ya el lenguaje contemporáneo, no parece forzado, es lenguaje propio de ellos. Igual, adquirir mi lenguaje les costó; pero son creativos y tienen esa chispa del bailarín contemporáneo, de los años de Butoh... que sé yo, agradezco esta oportunidad".
Y al preguntarle por las falencias, Ana María Stekelman sortea con diplomacia: "Adolecen de todos los males de todos los bailarines de todo el mundo, que no los vamos a mencionar, pero no se difiere en nada de todos los bailarines en las cosas más engorrosas".