LONDRES.- De los Beatles a Madonna, de Frank Sinatra a Led Zeppelin, Alf Weaver pasó 35 años trabajando como guardaespaldas de los famosos y fue testigo de la historia de la música.
Vigilaba mientras los Beatles cantaban "Todo lo que necesitas es amor" (All You Need is Love) por televisión internacional. Fue el gorila en el concierto de los Rolling Stones en Hyde Park, Londres. Estaba en el estudio cuando A to Z de la música pop británica grababa el taquillero disco simple "Band Aid".
Madona se escondía debajo de las mantas en la parte trasera de su automóvil para escapar de los paparazzi. Compartió un whisky con Frank Sinatra en el Bar Americano del Hotel Savoy de Londres.
Weaver tiene derecho a decir que es "El primer guardaespaldas del rock 'n' roll", título de su nueva y fascinante autobiografía sobre el medio que convertía los excesos en una forma de arte.
"Llevo el gen original para oler problemas", dice de su carrera como guardaespaldas. "Yo vi el lado real, crudo y agitado de los primeros años del rock 'n' roll".
Esto no es puro alarde de parte del ex boxeador que comenzó trabajando como conductor de los famosos como Bobby Darin y Otis Redding. Cuando los admiradores se convertían en fanáticos, el escolta se convertía en protector.
"Viajé, comí y algunas veces dormí con estos cantantes y grupos, medié en las peleas que tenían después de los conciertos y lidié con sus narcotraficantes. Les pagaba o los desfiguraba", escribe en un libro que parece el guión de un filme de pistoleros en el que utiliza un lenguaje duro y callejero.
Entretuvo a la policía cuando trató de irrumpir en el vestuario de Bob Marley, la estrella del reggae, para detenerlo por posesión de drogas.
La ventana estaba totalmente abierta y tiraron las drogas justo a tiempo. Luego Marley, despreocupadamente, le ofreció a la policía boletos gratis para su concierto.
Sinatra fue el verdadero héroe de Weaver. "Trabajar para él no pudo haber sido mejor", dijo. Pero a veces era difícil. "Si algo lo molestaba, perdía los estribos. Era como la explosión de una bomba. Se podía llegar a comportar como el peor matón de un bar".
Led Zeppelin literalmente lo dejó sordo. "Ahora uso un audífono... era más ruidoso que el resto".
El asesinato de John Lennon en 1980 a manos de un fanático demente cambió para siempre a la industria.
"Solamente basta un momento de locura para que alguien resulte herido. Pregúntele a Yoko Ono. Lo que le sucedió a John Lenon fue trágico. Su asesinato cambió la vida de las estrellas de rock y del cine", escribe Weaver.
Weaver, oriundo de Londres, trabajó casi de forma exclusiva en Gran Bretaña, excepto durante un breve período en Los Angeles, en la década de 1960, con el grupo pop Monkees.
El guardaespaldas, de 66 años, quien está jubilado y vive en Kent, al sudeste de Inglaterra, piensa con arrepentimiento sobre su propio legado.
"Algunas veces me pregunto si contribuí a crear un monstruo. El monstruo guardaespaldas. Siento verguenza ajena cuando veo a las estrellas pop en la ciudad con más guardaespaldas que prendas interiores".