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El regreso de Quique Neira 8/4/2005

08 de Abril de 2005 | 00:00 |
Con Gondwana cosechó éxitos radiales, llenó estadios y vendió más de 180 mil discos. Como solista no ha brillado de la misma manera, pero él sigue prefiriendo medir su éxito en sonrisas: "Cuando compongo una canción, busco que la gente sienta la misma felicidad que me produjo hacerla". Ahora vuelve con Cosas Buenas. Y se lo toma con calma. Al ritmo del reggae.

Marcelo Ibáñez

Hace dos semanas Quique Neira se atropelló a sí mismo. Estacionó su camioneta en una pendiente, olvidó poner el freno de mano y se bajó hablando por celular. Al ver cómo su pesada 4X4 rodaba cuesta abajo, Neira se paró frente a ella para detenerla. Resultado: terminó con la rodilla aplastada entre su camioneta y el parachoque trasero de un taxi, al borde del desmayo. "Menos mal que era de esos parachoques blandos. A la hora que la camioneta me aplasta contra una superficie dura, me revienta la rodilla", dice mientras prepara café en su campestre casa en Batuco.

"Fue como un aviso. Es que ando tan iluminado que sólo yo puedo hacer que las cosas dejen de funcionar. Imagínate, todos mis planes se habrían arruinado. Pero no fue tan malo, esos seis días en cama aproveché de leer mucho la Biblia", cuenta. Como en otros momentos claves en su vida, Quique supo que lo aparentemente azaroso tenía sentido. Cuando hace trece años se encontró una guitarra averiada junto a un poste de luz en la comuna de San Ramón, supo que sus sueños de ser músico se cumplirían. Aunque no comprendiera cómo. "Ahí tomé un voto con Dios. Le dije que si me daba la posibilidad de abrirme camino en esto de la música iba a trabajar para Él por siempre", recuerda.

Esa historia es parte de la letra de Cosas Buenas, el primer single del nuevo disco de Neira que salió esta semana. Una canción que lo tiene, nuevamente, sonando en las radios.

El ex

Quique Neira es un compositor exitoso y uno de los mejores vocalistas recientes del rock nacional. Eso, sumado a su carisma como frontman ayudó a que luego de ocho años de carrera y el desfile de un sinnúmero de vocalistas, Gondwana se convirtiera a fines de los 90 en una máquina de sacar hits. La banda popularizó un estilo musical que por entonces tenía pocos cultores en el país -el reggae- , y luego de la salida de su vocalista en 2001 no supo repetir el éxito anterior. Tampoco Neira, quien a pesar de tener una de las canciones chilenas más tocadas del 2003, sólo vendió seis mil copias de Eleven, su disco debut.

Neira quedó marcado por Gondwana. En sus recientes conciertos como solista en Venezuela y Puerto Rico, el músico tuvo que incluir en su repertorio algunos de los mega éxitos que compuso para el grupo, como "Sentimiento original" y "Armonía de amor". "En esos países son verdaderos himnos de la escena reggae. Contra mi propia vanidad me di cuenta que no puedo hacer un recital sin tocarlas. La gente se pone demasiado feliz al oírlas", dice.

Tuve un sueño

Cosas Buenas nació en la cama de Quique. Eran las dos de la mañana cuando esa canción se le apareció entre sueños. "Estuve como 15 minutos con esa pelea en mi cabeza de me levanto o no. Empecé a escuchar los arreglos, la batería, el bajo, la letra. Todo. No me quedó otra que levantarme a grabar. Quedó casi lista", cuenta, como si se tratara de una revelación. Así surgió su último disco. En doce canciones combina todas las facetas de uno de los buenos compositores del último tiempo: desde el irresistible pulso jamaicano que convirtió a Gondwana en un éxito - el notable reggae mántrico de "Libre" y la delicadeza de la balada jamaicana "Lady"- , la experimentación bailable de "Todo es todo", y las baladas AM en "Ausencia" y "Amor Prohibido", un bolero compuesto por Neira, que ya grabó Douglas en su exitoso disco "Sigo romántico". Todas canciones que suenan a posibles éxitos. Melodías con la capacidad de sonar una y otra vez sin agotarse.

A Neira se le critica su tendencia a escribir letras que rozan la profundidad de un eslogan. Uno del lado luminoso de la fuerza, donde el amor parece suficiente para mejorar el mundo. Quique lo ve como una fortaleza. "Todas las canciones que he compuesto y fueron éxito, tienen un nivel de sinceridad que roza lo ingenuo, son una visión de los problemas desde mi enfoque más infantil. Creo que las cosas simples reflejan a mucha gente y se puede estar en el oído de las personas de esa manera", dice con su sonrisa de chico bueno.

Son esas mismas características las que hacen que sus canciones crucen, como las de pocos artistas, un amplio espectro radial: desde emisoras románticas hasta las más juveniles y rockeras. Todo un logro en el mundo de la segmentación auditiva. Atributos que convierten los recitales de Neira en un lugar de encuentro entre ortodoxos rastafaris -la religión que tuvo en Bob Marley su más famoso cultor, y en el reggae su expresión musical- , niños, jóvenes y padres. Familias completas meciéndose al ritmo de sus canciones.

- Tu carrera ha sido bastante exitosa radialmente. Parece que compusieras pensando en el posible single. ¿Es así?

"No tengo ningún conflicto con sentirme parte de la cultura popular. Pero si hiciera un disco sin hits, no lo sentiría como un fracaso. Los discos dependen del viaje en que está el artista. A estas alturas de mi vida, ese tipo de canciones me salen espontáneamente".

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