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09 de Abril de 2005 | 18:02 |
Incluida como parte de la Temporada de Conciertos del Teatro Municipal, escuchamos a la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo, dirigida por John Neschling en un interesante programa que incluyó obras del brasileño Edino Krieger, Johannes Brahms y Richard Strauss.

Estamos ante una orquesta solvente, de hermoso y gran sonido, afinación excelente y un notable sentido de cuerpo, pues cada uno de sus integrantes pone su arte en función del resultado general, a pesar de los fragmentos solistas que puedan encarar.

La "Passacaglia para un nuevo Milenio", de Edino Krieger, una de las figuras más representativas en el campo de la composición en Brasil, y que fuera escrita recién en el año 2000, abrió el exigente programa.

Esta obra, escrita para gran orquesta, posee un lenguaje que abarca desde lo clásico hasta lo moderno, incluyendo melodías y ritmos brasileños, basando su interés en la orquestación y en los juegos de carácter polifónico o "fugados", mezclados con aquellos de carácter folclórico.

La interpretación hizo justicia a los valores musicales de la obra.

Benjamin Schmid fue el solista encargado de interpretar posteriormente el monumental Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 77 de Johannes Brahms. Se trata de un joven intérprete, de prestigiosa carrera internacional tanto en lo sinfónico como en la música de cámara. Es poseedor de un gran carácter interpretativo, excelente afinación y fraseo, incluso en dobles cuerdas, manejando con inteligencia los volúmenes sonoros.

Su concepto del concierto es más bien clásico sereno, que apasionado romántico, y bajo esta perspectiva debemos señalar que también es posible descubrir en esta obra otros enfoques igualmente válidos.

Los diálogos entre solista y orquesta fueron de gran coherencia, pues el enfoque del director enfatiza los mismos conceptos de Schmid, haciendo de la versión, un limpio camino sin desbordes sonoros.

Los pasajes de bravura del primer y tercer movimientos como sus cadenzas, demostraron la notable calidad del solista.

Como "encore" ofreció un movimiento para violín solo de Bach, que solo confirmó su solvencia interpretativa.

No cabe duda que Neschling posee enfoques muy definidos en las obras que interpreta, pues al mundo contenido del concierto de Brahms, opone la fuerza descriptiva del poema sinfónico "Una vida de Héroe" de Richard Strauss, con el que finalizaban el concierto. Aquí fue posible aquilatar la total potencialidad de esta orquesta, en una obra muy exigente, no solo en lo colectivo, pues numerosas partes son dedicadas a solos instrumentales.

La versión se ajusta certeramente al "programa" propuesto, haciendo notables caracterizaciones de cada una de sus partes, las que permiten el lucimiento de cada una de las familias instrumentales. El sonido espléndido de maderas y bronces encontró su correspondencia en las cuerdas que con noble sonido lograron momentos de exquisita sensibilidad, particularmente en la sexta parte final donde el héroe encuentra la paz.

Con un director absolutamente a sus anchas, ésta es sin duda alguna, una las mejores versiones que hemos escuchado de este poema sinfónico.

Los más que entusiastas aplausos, llevaron a que regalaran nada menos que tres "encores". El primero, una de las danzas húngaras de Brahms, con un carácter más bien contenido. Luego una obra para cuerdas, golpes de pies y tambores de un compositor brasilero, y por último, el Intermedio de "La boda de Luis Alonso", zarzuela de Jerónimo Jiménez, con una chispa y entusiasmo que colmaron de júbilo al público asistente.

Esta excelente embajada musical, nos permitió conocer el nivel de una de las mejores orquestas brasileras de la actualidad.
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