Marcelo Contreras
Cuentas pendientes. En octubre de 2002, cuando Bitman & Roban presentó en directo su segundo álbum Robar es natural, a no mediar por la corte de invitados (Gabriel Vigliensoni, Silvio Paredes, entre otros), la escena estricta —sólo el dúo con sus tornas y máquinas— era algo precaria. Una imagen que replicaba apenas en sepia el hipnótico poder de su música; collage sonoro construido por la pasión de dos melómanos.
La madrugada del sábado en el Subterráneo de Orrego Luco en Providencia, Bitman & Roban saldó la deuda ante una sala atestada, para presentar en directo su nuevo álbum Música para después de almuerzo. Cancelaron con intereses de sobra. Primero, aunque José Antonio Bravo y Christian Powditch siguen siendo las cabezas tras el nombre, ahora cuentan con el refuerzo permanente de Roberto Lindl en bajo y Kataix en teclas. Dos, suman una batería en vivo más la guitarra de Pancho, colaborador habitual de DJ Raff y Solo Di Medina. Un sexteto o dos tríos si se quiere. La imagen de un escenario superpoblado cierra el ambiente festivo que emana del nervio funk, jazz, hip hop y pop que colorea el mundo musical de Bitman & Roban. Antes estaba el sonido, pero el gesto era incompleto. Ahora la señal es clara: todo sucede en el mismo escenario.
