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El nuevo rey del swing

05 de Septiembre de 2006 | 00:00 |
Dicen que escucharlo es saber cómo suena actualmente el jazz en Nueva York. Hijo de John Coltrane, uno de los personajes más influyentes de la música, heredó su talento para la improvisación: lleva cuatro álbumes y es dueño de su propio sello. En entrevista con "El Sábado" recuerda a su padre como "un hombre excepcional".

Francia Fernández



Cuando John Coltrane murió, a los 41 años, ya lo había hecho todo. Ravi, en cambio, con 42, comienza a ir hacia el cielo. (foto: El Mercurio).
A comienzos de 1964, el sello Impulse! editó A love supreme, la obra maestra de John Coltrane. Meses después, la mujer del brillante saxofonista dio a luz a su hijo Ravi, bautizado así en honor al maestro de la cítara Ravi Shankar.

El segundo hijo de los Coltrane nació en Long Island, Nueva York, y se crió en Los Ángeles en una casa repleta de música. Pero como su papá murió cuando él tenía dos años, sólo lo conoció a través de los objetos y los instrumentos que le pertenecieron, y de los discos que su madre, la pianista Alice Coltrane, escuchaba.

"Mis recuerdos musicales tienen más que ver con mi mamá... Ella tocaba el piano, el órgano y el arpa; grababa discos en el subterráneo, y otros músicos venían a casa", dice a "El Sábado" Ravi Coltrane. "Eran los 60, me crié escuchando muchos artistas de la era Motown: Marvin Gaye, James Brown, The Jackson Brothers". Entonces, ni siquiera sospechaba que seguiría los pasos de su padre. Actualmente, al igual que él es saxofonista (tenor y alto), compositor y líder de una banda.

Debutó en 1998 con su disco Moving pictures, después de haber participado como acompañante de grandes luminarias del jazz. Entre ellos, McCoy Tyner (piano) y Elvin Jones (batería), ambos (más el contrabajista Jimmy Garrison) integrantes del John Coltrane Quartet, la agrupación legendaria con que su padre se convirtió en uno de los músicos más influyentes en la historia del género.

Hasta ahora, Ravi ha grabado cuatro discos. También reflotó la carrera de su mamá ­figura obligada del jazz espiritual de los 70 y quien reemplazó a Tyner en la última formación de su marido­, después de 26 años de silencio. En 2004, Ravi produjo su elogiado disco Translinear light, donde además la acompañó en el saxo en algunas canciones: "Fue un gran momento en mi carrera, no sólo por haber podido trabajar con ella, sino por llegar a tantas personas que esperaban tener noticias musicales suyas".

Un poco antes, en 2002, realizó para el sello Verve, Legacy, una exhaustiva recopilación con el trabajo de su padre, además de escribir la reseña para una reedición de lujo de A love supreme, ranqueado en el número 45 de los 500 mejores discos de la historia, según la revista Rolling Stone.

A pesar de que estudió clarinete en el colegio, este artista de 42 años no pensaba dedicarse a la música. "Cuando era adolescente, soñaba con ser director de cine, y no escuchaba música improvisada, sino R&B, los Beatles y Stevie Wonder. El jazz comenzó a decirme algo más y yo empecé a entenderlo un poco una vez que fui adulto", afirma.

En 1982, Ravi sufrió uno de los golpes más terribles de su vida. Su hermano mayor, John junior, murió cuando tenía sólo 18 años. "Fue un accidente de auto el que lo mató. Él tocaba contrabajo y era deportista. Éramos muy cercanos. Fue un momento duro. No es posible saber cuándo terminará algo... Hoy está todo bien y, de pronto, la vida te muestra que estas cosas también existen; de algún modo, te despierta. Pasas de adolescente a adulto. La vida es muy envolvente y desafiante y nosotros tenemos que hacer algo con ella... Para eso estamos acá...", reflexiona Ravi.

En ese momento dejó de tocar el clarinete. Pasó cuatro o cinco años tratando de ajustarse y volver a su centro, preguntándose qué haría en el futuro. Entre otras cosas, trabajó en una verdulería y en un cine. "Era el que cortaba los boletos, el que servía los pop corns y que luego se dormía en la butacas. Tenía unos 16 años. Yo crecí en San Fernando, California. Eran las cosas que uno podía hacer. Tenía amigos y todo eso, pero no pensaba en una carrera seria", recuerda.

-­¿Y cuál fue el minuto exacto en que decidió ser saxofonista?
-­En 1986 comencé a escuchar los discos de mi padre y a estudiarlos de una forma más concentrada. Antes, lo hacía como alguien de mi edad: yo era un joven y él era un ídolo... A mí me gustaba la música, y lo que él había hecho me parecía cool, pero cuando comencé a crecer, me conecté con su música de otra manera, y hubo algo que reconocí en ella... Fue a los 19 ó 20 años, cuando el saxo se convirtió en algo muy importante para mí.

Entonces dejó de escuchar a Prince y otros artistas de la época para concentrarse en el jazz. Se obsesionó con Sonny Rollins (saxo tenor) y Charlie Parker (saxo alto). E ingresó a estudiar a The California Institute of the Arts.

En 1991, conoció a Elvin Jones, uno de los bateristas más gravitantes en la historia del jazz. El ex colaborador de su padre no dudo en reclutarlo para su banda. "Debo haber tenido 25 años, yo aún estaba en la escuela y no sentía que estuviera listo para tocar con él, pero él insistió, fue muy amable y generoso, y estaba dispuesto a ayudarme. Estuve con él dos años y me divertí mucho, porque es un hombre formidable y un músico increíble", señala.

Al lado de Jones, Ravi se codeó con otras figuras respetables del género, como Rashied Ali (batería), Graham Haynes (trombonista e hijo del veterano baterista Joe Haynes), y los saxofonistas Joe Lovano y Steve Coleman. Este último produciría luego su primer disco.


La propia historia

Cuando Moving pictures salió, a fines de los 90, el hijo de Coltrane estaba prácticamente a prueba. Su segundo álbum, From the round box (2000), en que incorporó música de Thelonious Monk (piano) y Ornette Coleman (trompeta y saxo), junto a composiciones propias, tuvo mejor recibimiento. Y con Mad 6 (2002), donde interpretó por primera vez composiciones de su padre, como "26-2" y "Between lines", Ravi terminó de conquistar a la crítica especializada. La afirmación "una voz única que demanda ser escuchada en sus propios términos", generó consenso.

In-flux (2005), su disco más reciente, en tanto, fue clasificado como "fresco e inventivo". El refinado sonido de Ravi Coltrane encontró, de paso, una formación definitiva: The Ravi Coltrane Quartet, con Luis Perdomo en el piano, Drew Gress en el contrabajo y E.J. Strickland en la batería.

Además de tocar con su propia agrupación, Ravi Coltrane ha sido invitado en conciertos de Pharoah Sanders, Carlos Santana, Herbie Hancock, Chick Corea y Branford Marsalis, entre otros artistas.

Curiosamente, a la edad que su padre moría en la cima de una carrera breve pero prolífica, la suya recién comienza a ir hacia arriba. De hecho, prepara un nuevo álbum para 2007.

Los hermanos de Ravi también heredaron la pasión por la música. Oran, el menor, toca el saxo y la guitarra, y está al frente de una banda de rock pesado (Oranyan) en Los Angeles; y Michelle (nacida en el primer matrimonio de su madre), canta.

De niños, todos acostumbraban filmar películas caseras con una cámara Super 8 de su madre. "Yo las editaba, era un chico medio nerd, pero siempre me gustó el proceso técnico de filmar. Ahora quisiera hacer música de películas", dice, mientras, de fondo, se escucha el llanto de Aaron, su segundo hijo de apenas tres meses. (William, el primero, tiene 6 años).

En 2002, Ravi se asoció junto a su esposa Kathleen Hennessy para la creación de su propia discográfica, RKM. "Comencé con BMG y quería tener un sello capaz de hacer otros proyectos, no sólo mi música, sino que me permitiera trabajar con otros, con gente relacionada de alguna forma conmigo... Para mí es una especie de diversión; algo muy modesto, en realidad. Sólo tratamos de sacar dos o tres discos al año", asegura.

-­Usted pertenece a una generación llamada "Los nuevos leones del jazz". ¿Qué los distingue?
-­En realidad, esas son definiciones mediáticas... Yo creo que hay gente muy talentosa, como Joshua Redman y otros... Somos músicos jóvenes y compartimos las ganas de hacer las cosas bien, de buscar caminos y hacer una diferencia con nuestra música.

-­Para muchos fanáticos del jazz, podría decirse que usted es como el "hijo de Dios"... ¿Se siente así?
-­No, creo que mi padre fue un hombre excepcional, pero fue un ser humano, cuyas creaciones las hizo a través de días de trabajo muy duro.

-­No en siete días, claro...
-­Ja, ja, ja... No... Entiendo y aprecio que la gente lo haya elevado a ese lugar, pero a mí me parece que hay que mirarlo como un ser humano. Era un hombre muy excepcional y trabajador, y creo que la gente, a veces, deja esa parte fuera de la ecuación: que él trabajaba muchísimo... Y que era una gran visionario...

-­¿Y qué es lo más difícil de seguir los pasos de su padre?
-­Para cualquier músico es un desafío ser un improvisador moderno... Como jazzistas, tenemos un pasado del cual aprender y también manejar: cómo lidiar con esa información y no tan sólo copiarla una y otra vez. Y tratar de encontrar algo personal, algo dentro de nosotros que nos distancie de eso. Ése es el gran desafío. El resto es secundario. Por llevar el apellido Coltrane, todo el mundo tiene una expectativa. Pero eso no está conectado conmigo, ni influye en mi trabajo. Es la opinión de la gente. Si les gusta lo que hago, qué bueno. Y si no, está bien. Es imposible complacer a todo el mundo.

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