Gilberto Ponce
La Facultad de Artes de la Universidad Católica ofreció un Concierto de Navidad en Centro de Extensión de esa casa de estudios. El programa consultó una única obra: la “Gran Misa en Do menor” K. 427 de Wolfgang Amadeus Mozart, que sirvió además para cerrar este año dedicado a los 250 años de su nacimiento.
Fueron agrupaciones ligadas a esta casa de estudios las que abordaron la obra. La Orquesta de Cámara, el Coro de Cámara que dirige Mauricio Cortés, y el Coro de Estudiantes dirigido por Víctor Alarcón. En un año en que los tres de los principales coros de Santiago cantaron esta misa, fue posible escuchar versiones muy disímiles en cuanto a enfoque. Pero debemos reconocer que siempre predominaron virtudes que resaltaron los innumerables valores de la obra.
En primer lugar se destacó la preparación para esta obra de grandes dificultades vocales, donde además alternaron un coro consolidado como el Coro de Cámara y uno francamente amateur, como el de Coro de Estudiantes. La solidez vocal del primero permitió una perfecta amalgama con las voces de los estudiantes, dándole peso al conjunto. Sólo en algunos momentos con ocho voces hubo cierta precariedad sonora, especialmente en la cuerda de tenores.
En esta oportunidad destacaron las sopranos con su bello timbre y gran seguridad. Los bajos mostraron solidez en las fugas y en los dobles coros. Las contraltos se escucharon con un fino timbre. Y los tenores suplieron con su entusiasmo algunas flaquezas vocales.
La Orquesta de Cámara tuvo un gran desempeño en lo musical, con muchos momentos estupendos, y sólo algunas leves inseguridades de
tempo o
fortes un tanto forzados en las cuerdas debido al número de integrantes. Las maderas mostraron un hermoso sonido y musicalidad, al igual que los bronces.
En el caso de los solistas, la gran figura fue Carolina García, de bellísimo timbre, estupenda afinación, musicalidad sobresaliente, fraseos y coloraturas impecables. Ella asumió no sólo las partes de la segunda soprano, también algunas de la primera con igual solvencia. Su “Laudamus te” fue un lujo en los fraseos con la orquesta.
La debutante Madelaine Vásquez asumió sus partes con bastante seguridad. Tiene una materia prima vocal que le permite proyección profesional. Sólo notamos algunas inseguridades en los
tempi y en ciertas figuras rítmicas. Su “Et incarnatus est” fue de nivel. El oscuro timbre del tenor Leonardo Pohl, y el muy claro del barítono Andrés Rodríguez completaron con prestancia ese cuarteto de solistas.
La dirección de Jaime Donoso tuvo un directo enfoque religioso. Cada parte se orientó ajustadamente al espíritu del texto, buscó expresión en todo momento y en este sentido consiguió sólidas respuestas de todo el conjunto.
Desde el solemne “Kyrie” con su equilibrado balance sonoro, al júbilo de la estupenda respuesa coral del “Gloria”. La obra transitó por momentos recordables: el desgarrado “Qui tollis” y sus conmovedores “misere”, la sólida fuga “Cum sanctus spiritu” de sorprendente claridad en cada una de la voces, el sentido de fe del “Credo” y el expresivo “Hosanna”.
Las merecidas ovaciones obligaron a ofrecer como
encore el “Hosanna” del “Sanctus”. En resumen una hermosa versión, que habla muy bien de los grupos no profesionales, que de todas formas alcanzan presentaciones de nivel. Un excelente regalo navideño.