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SANTIAGO.- “Me siento muy feliz, honrada y conmovida. Tengo una especial conexión con Chile, ya que hace 26 años encontré aquí a mi compañero. Chile me acompaña todos los días”, fueron las primeras declaraciones de la famosa coreógrafa alemana Pina Bausch desde su llegada a nuestro país el pasado lunes, y que dio tras recibir la Orden al Mérito Artístico y Cultural “Pablo Neruda”, por parte de la Presidenta Michelle Bachelet.
Luego de intercambiar unas palabras con la visiblemente emocionada bailarina, la Mandataria declaró que la danza y los bailarines “nos muestran caminos, nos enseñan a vivir de otra manera [...] ese respeto y ese reconocimiento se lo entregamos hoy a Pina Bausch”, refriéndose a la máxima condecoración entregada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
A la ceremonia, que se realizó hoy en el Palacio La Moneda, asistió la Ministra de Cultura Paulina Urrutia y Embajador de la República Federal de Alemania, Peter Scholz, entre otras personalidades, además de un público multinacional de diferentes áreas culturales y artísticas.
“Ésta es la más alta distinción que se entrega en el mundo de las artes y la cultura en Chile”, destacó la titular de Cultura, quien agregó que “se lo entregamos a Pina Bausch por el fundamental apoyo de su obra al desarrollo de la danza en Chile y el Mundo”.
En su intervención, la ministra destacó además los 35 años de trayectoria de la coreógrafa y la visita que realizó a nuestro país en el año 1980, que constituyó “un hito que remeció la escena y marcó una concepción de la danza en coreógrafos y bailarines. Hoy continúa siendo referente de la mejor danza contemporánea del mundo”.
Hasta ahora, Pina Bausch se había mostrado hermética frente a la prensa, tradición que ha mantenido desde siempre argumentando que su arte habla por ella.
La mejor coreógrafa del siglo XX
Pina Bausch se encuentra en Chile con motivo de la presentación de su montaje "Masurca Fogo", cuyas funciones serán los días 12, 13, y 14 de enero en el Teatro Municipal, en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil.
La coreógrafa, nacida en 1940 en Solingen, Alemania, se hizo conocida al revolucionar la danza moderna, creando el concepto "teatro-danza". Su carrera la formó principalmente bajo la dirección de Kurt Jooss en la Folkwangschule, ubicada en la ciudad alemana de Essen.
La coreógrafa no sólo se formó con él, sino que también fue intérprete del Folkwang Ballet y años más tarde directora artística y coreógrafa de la misma institución. En 1973 aceptó la dirección del ballet de Wuppertal, cambiando el nombre de la compañía a Wuppertal Tanztheater, lo que en español significa danza-teatro. Fue este concepto el que consolidó a Pina Bausch en el mundo de las artes escénicas.
Bausch reorientó la danza, incorporando el teatro en todas sus dimensiones, lo que llevó a bailarines a hablar, actuar y ser parte de la creación colectiva de sus obras mediante la recolección de experiencias de cada uno. A la hora de formar su compañía, Pina privilegió diversidad racial y física, por sobre cuerpos ideales y características tradicionales que hasta entonces debían presentar los intérpretes de danza.
Sus obras son narraciones desarticuladas que no siguen un hilo, sino que van saltando de una escena a la otra, tal como se lo puede permitir una película. En ellas el escenario pasa a ser parte fundamental, incorporando elementos como un montón de troncos o un campo de flores.
La primera y única visita de Philippine Bausch a nuestro país fue en 1980, durante una gira por Sudamérica. En esa ocasión se presentó también en el teatro Municipal con un repertorio compuesto por "Consagración de la Primavera", "La Segunda Primavera" y el famoso "Café Müller".
Durante esta visita conoció a su esposo, al poeta nacional y profesor de estética de la Universidad de Chile Ronald Kay, con el que tuvo un hijo.
Cineastas como Roberto Fellini y Pedro Almodóvar recurrieron a su danza para cintas como "Y la nave va" (1983) y "Hable con ella" (2002), respectivamente.
El montaje "Masurca Fogo", con el que Bausch regresa a nuestro país, es parte de una serie de obras creadas especialmente por la compañía Tanztheater de Wuppertal para celebrar la ExpoLisboa en 1998.
Por eso la ambientación de la obra busca recrear la atmósfera de la capital portuguesa. Durante la presentación, acompañada por varios estilos musicales, se usan elementos como proyecciones de video, suspiros emitidos por un micrófono e incluso se le habla al público.
La crítica europea ha catalogado este montaje, el mismo que se puede ver en la cinta del cineasta español, como "un espectáculo hermoso y agradecido", de "excepcional belleza plástica", "imágenes espectaculares, majestuosas" y de "alta temperatura".
Según el coreógrafo Hugo Urrutia, “este premio es relevante en cuanto al arte expresionista que fundó. Es la madre en el mundo de la danza-teatro. Una danza en la que se interpreta, actúa y se baila. Su obra no es tan conocida en Chile, por lo que este es un impulso importante [para conocerla]”.
Agrega que la coreógrafa alemana “encontró la técnica justa y necesaria para que nosotros halláramos esos detalles en la interpretación. Es demasiado importante para un intérprete de la danza, conocer lo que ha hecho Pina Bausch en el mundo del baile”.
Para la coreógrafa Karen Connolly “ella tiene una línea muy especial, única. Es una persona muy brillante, un genio de la danza contemporánea y del expresionismo alemán".
Además agrega que “se trata de una persona muy humilde, muy sencilla”.