Gilberto Ponce
Pulso claro: José Luis Domínguez, director de la Orquesta Filarmónica (foto: El Mercurio). |
En el hermoso y cómodo recinto del Centro Cívico de la Municipalidad de Vitacura se presentó la Orquesta Filarmónica del Teatro Municipal de Santiago.
Ante un público que llenó completamente las acomodaciones y con un muy buen sistema de amplificación, José Luis Domínguez en el podio condujo al conjunto en un programa acorde con la cantidad de integrantes que tiene hasta el momento la orquesta. Por la prensa nos hemos enterado de que en el transcurso de esta semana se integran músicos europeos para completar las plazas faltantes.
De esta presentación destacaremos la seriedad profesional con que se enfrentó el compromiso, a pesar de dificultades naturales en estas actuaciones como la obligación de luchar con el viento que durante buena parte del concierto trataba de volar las partituras. Domínguez, con pulso claro, realizó una eficaz concertación de las obras, destacadas por un sonido homogéneo y un gran nivel de afinación.
La "Gruta del Fingal", de Felix Mendelssohn, una de las más célebres obras de su autor, dio inicio al programa. Si bien la obra recibe el nombre de obertura, en verdad se trata de un pequeño poema sinfónico, en el que los elementos descriptivos no cesan de estar presentes, moviéndose entre lo mágico y las turbulencias marinas.
Domínguez logró un hermoso sonido de sus músicos, pero enfatizó un lirismo que, si bien está presente en varias partes de la obra, en otras evidencia la necesidad de una gran fuerza que muestre la furia de los elementos. En esta oportunidad no la encontramos, lo que restó expresividad a la interpretación.
Jorge Levín, un destacado clarinetista de la orquesta, ofreció una gran versión del bello Concierto en Si bemol Mayor de Johann Stamitz. Levín tiene un generoso sonido, acompañado de una natural musicalidad, que le lleva a frasear y articular con inteligencia, y demuestra en todo momento que las dificultades no son tales, pues sortea las partes virtuosas con enorme facilidad. En cuanto al acompañamiento orquestal, fue correcto, no obstante si la orquesta hubiera seguido las articulaciones y fraseos de Levín los resultados habrían sido óptimos.
Es imposible no asociar algunos fragmentos de la Sinfonía N° 5 en Si bemol mayor, de Franz Schubert, con la música incidental para el drama "Rosamunda", obra que lamentablemente nunca ha sido interpretada en forma completa en Chile. Domínguez consiguió en sus cuatro movimientos una muy buena respuesta de la orquesta, ajustándose muy bien al estilo, jugando estrictamente con los contrastes, resaltando los diálogos entre las familias o yendo desde la lírica melancolía a la alegría popular con notable naturalidad.
Los aplausos de la concurrencia premiaron la seria labor del director y de una orquesta que está buscando su identidad sonora, luego de la grave crisis por la que atravesó el año pasado. Una buena velada en un recinto que bien podría albergar un festival de música de verano.