SANTIAGO.- El pasaporte y la biografía de Viggo Mortensen pueden decir que este actor es estadounidense, pero los años que vivió en Argentina dejaron una profunda huella en él.
Dos ejemplos: antes de comenzar esta entrevista recibe de regalo una caja de alfajores y, además, una taza de San Lorenzo de Almagro, su equipo favorito desde que vivió en ese país, se transforma en un improvisado mate, que lo acompaña en la extensa lista de entrevistas que debe dar.
Su perfecto español también lo delata. En ningún momento titubea o intenta buscar una palabra para expresarse, un rasgo que le sirvió para interpretar al capitán Diego Alatriste, el protagonista de la producción inspirada en los libros de Arturo Pérez Reverte, cuyo estreno lo trajo a Chile.
Mortensen asegura que no siente una especial predilección por este tipo de personajes, como el de Aragorn en “El Señor de los Anillos”: épicos, solitarios, de pocas palabras. “No sé, una cosa es lo que te interesa hacer y otra es lo que te ofrecen. Además, creo que Diego Alatriste, aparte de ser un tipo que usa una espada, es bastante diferente, no tiene mucho que ver el uno con el otro”.
Este actor combina su pasión por el arte dramático con su interés por la literatura (tiene una editorial en Estados Unidos) y la pintura, por eso reconoce que ya conocía la obra de Pérez Reverte antes de que le ofrecieran el guión de la película. “Pero no había leído las novelas del Capitán Alatriste y las leí enseguida, las cinco que había entonces, y me di cuenta que Agustín (Díaz Yanes, el director) había hecho un buen trabajo al adaptarlos”.
Ahora incluso tiene un recuerdo que muchos fanáticos del personaje envidiarán: “Tengo el gran honor de tener las novelas (de Alatriste) firmadas por Reverte”.
Palabras cortantes
La faceta artística de este actor no ha sido el único campo en el que ha destacado, también lo ha hecho a la hora de dar su opinión sobre la guerra, Bush, o las cosas que le parecen injustas. Como cuando visitó a la madre de un soldado muerto en Irak que acampaba fuera del rancho del Presidente estadounidense.
Pero él dice que los elementos de crítica social o política que tienen las aventuras del soldado español no tuvieron ninguna importancia cuando aceptó el papel: “Yo presto atención y a veces digo cosas, puede que sea mejor idea callarse y hacer tu trabajo solamente; pero de vez en cuando ves cosas que son obvias, que no se publican o momentos en que los que mandan hoy en día mienten, como siempre lo hacen los gobiernos, porque es parte de su forma de sobrevivir. Pero ésa no fue mi motivación para hacer la película”.
“Yo acepté el guión porque me gustó y porque me pareció que la época no se había contado bien, fuera del mundo académico y fuera de los países hispano parlantes”, agrega.
En la conferencia de prensa que dio ayer, pocas horas después de llegar, habló varias veces de los guiones y de la cantidad de textos malos que recibía, pero está resignado.
“Es lo de siempre y, además, es una cosa subjetiva. Yo puedo leer un guión y encontrarlo bueno, pero vos lo leés y no te gusta nada, es una cosa bastante subjetiva. Yo diría que los que trabajan en cine o leen guiones reconocerían que la mayoría de lo que se escribe, aunque se haga con todas las buenas intenciones del mundo, no está bien escrito. Hay pocos guiones buenos y siempre ha sido así”.
“Escribir un buen guión es arte, no lo puede hacer cualquiera, porque cuando se hace bien parece fácil, pero no lo es”, agrega.
La mafia de Mortensen
Sus próximos proyectos los tiene claros: “Terminé recién de trabajar con (David) Cronenberg, en una película que sale ahora en el otoño (“Eastern Promises”), con Naomi Wats, que es sobre la mafia rusa en Londres. Además, protagonizaré a fin de año un western que será dirigido por Ed Harris”.
Tampoco se cierra a la posibilidad de probar nuevos estilos y hacer una comedia o una historia romántica: “Si hay una oportunidad, yo elijo viendo lo que hay, lo que se me ofrece, lo que pueda encontrar. Si hay suerte me verán en una alguna vez”.