Gilberto Ponce
En el Templo Mayor del Campus Oriente de la UC se realiza el cuarto ciclo de Música Sacra que durante seis jornadas congrega a un grupo importante de coros y conjuntos chilenos. Es un encuentro organizado por el IMUC (Instituto de Música UC) y la Municipalidad de Providencia.
Su segundo concierto estuvo centrado en obras de Antonio Vivaldi y Francis Poulenc. Se escuchó en estreno para nuestro país el hermoso “Stabat Mater”, para contralto, cuerdas y órgano, escrito por el veneciano Antonio Vivaldi como una de sus tantas obras religiosas.
La hora de la solista
La contralto Pilar Díaz fue la encargada de la parte solista y fue acompañada por un quinteto de cuerdas bajo la dirección desde el órgano de Alejandro Reyes. La complementación entre la solista y los instrumentistas fue perfecta. Los músicos tocaron en riguroso estilo antiguo y eso es lo primero que debemos destacar. Se pudo observar en fraseos e intencionalidades, con un perfecto desarrollo del arco expresivo que se inicia en “Stabat” inicial y que tiene su desenlace en el elaborado “Amén” del final.
Incluso en una especie de “pintura” musical, el autor hace una transición que va desde una tesitura muy baja en el canto de los primeros números, para subirla sutilmente hacia los finales, todo en función del sentido expresivo de los textos.
La solvente solista con su perfecta técnica atravesó los escollos de la obra con gran seguridad. Dio a cada una de sus partes el sentido adecuado al texto y culminó con los dolorosamente expresivos “Eia Mater” y “Fac ut ardea” que llevan a las filigranas del “Amén”.
El acompañamiento de Alejandro Reyes fue en todo momento atento a cada intencionalidad textual y logró así una respuesta musical y expresiva precisa de sus jóvenes músicos. Sólo nos habría gustado que el lugar donde se realizó el conciero contara con una acústica menos reverberante, para que sobresalieran aún más las diferencias dinámicas y las articulaciones.
La hora del coro
El “Coro Nova Veus”, formado por integrantes de otros coros relacionados con la UC, cantó luego seis motetes de Francis Poulenc. La agrupación está dirigida por Francisca Gigli, quien está dando sus primeros pasos en la conducción de ensambles. Si bien estimamos que Francisca posee potencialidad musical, todavía debe desarrollarse bastante para llegar a ocupar el lugar al que suponemos quiere llegar.
Sus gestos, aunque claros, son bastante inexpresivos. En consecuencia hay ocasiones en que el coro no responde lo suficientemente bien, por que parecen más bien rutinarios que expresivos.
La directora contó con la mayor colaboración de sus cantantes, los que a pesar de dominar bastante bien las obras demostraron cierta precariedad en los agudos y en la afinación de algunos fragmentos. Deben también perfilar más cada una de las cuerdas, pues sonaron sólo como voces femeninas y masculinas.
Si bien resulta muy interesante escuchar obras de un solo compositor, obteniendo así un mayor conocimiento de su estilo, esto acarrea la evidente dificultad de lograr el suficientemente perfilamiento y diferenciación de cada una de las partes. En este caso encontramos que la interpretación fue correcta, pero muy plana y sin los contrastes necesarios que marcaran las diferencias de los textos de cada motete.
Nos gustaría escuchar a este grupo y su directora en otro repertorio, para así poder evaluar mejor sus cualidades, que creemos posee.