BARCELONA.- La cantautora Patti Smith desmelenó al público que acudió a su concierto en Barcelona, dentro del festival "Primavera Sound", en el que demostró que, para las estrellas del rock, los años parecen pasar en vano.
La artista, de 60 años, apareció en el mayor escenario del recinto en que se lleva a cabo este gran festival, ataviada con unos pantalones vaqueros viejos, una camiseta blanca, un jersey negro y un gorro, ante la aclamación y los aplausos de los espectadores.
El público ofrecía hoy una imagen variopinta, donde se mezclaban los jóvenes que iban a pasar toda la noche al festival y no querían dejar pasar la oportunidad de ver a Patti Smith, y un público más selecto, que superaba los 30 y los 40 años, fieles seguidores de la trayectoria de la artista neoyorquina de adopción.
Con un público dispuesto a dejarse llevar, una gran artista en el escenario acompañada de una buena banda y una agradable brisa marina que templaba el ambiente en esta ciudad del nordeste español, todo hacía presagiar una gran noche de "rock and roll".
Smith y su banda ofrecieron una hora y quince minutos plagados de temas de su nuevo disco, "Twelve", en el que versiona sus recuerdos musicales favoritos, y también de algunos de sus temas más conocidos, que hicieron saltar incluso al espectador más precavido.
El derroche de energía de Smith empezó bien temprano, con un clásico, "Set me free", canción con la que abrió el recital.
La artista se atrevió a cantar, tocar la guitarra e incluso el oboe, instrumento que tocó durante el tema "Are you experienced?", de Jimmy Hendrix.
El primer punto álgido de la velada llegó con la interpretación de dos canciones míticas, "Because the night" y "Pissing in a river", que hicieron vibrar a todos los espectadores, entre los que se veía a cuarentones y cincuentones brincando alegremente, cantando y con cara de estar encantados.
El público coreó emocionado el estribillo "because the night belong to lovers, because the night belongs to lust", de la canción que originariamente compuso Bruce Springsteen y que Patti Smith grabó en 1978.
Smith disfrutó viendo a un público entregado y encandilado con su música, y demostró que actuar junto a una banda integrada por grandes artistas es una de las claves del éxito.
La emoción y el goce no decayeron, y el segundo gran momento de la noche llegó con la reinterpretación de un clásico entre los clásicos, también integrado en su último disco: "Smells like teen spirit", de los malogrados Nirvana.
Smith desmoronó con este tema el tópico que dicta que las segundas partes nunca fueron buenas, y bordó el que fue el himno de toda una generación.
La cantante, que en marzo ingresó en el Salón de la Fama del Rock, no cesó de bailar, saltar y animar a los asistentes y mostró un enorme colgante con el símbolo de la paz alrededor del cuello.
La catarsis definitiva llegó con la última canción, "Rock N Roll Níger", en la que la artista lanza una dura crítica contra la sociedad racista imperante en los Estados Unidos de los años 70.
El público, intuyendo que terminaba el recital, decidió echar toda la carne en el asador y acabar la magnífica velada por todo lo alto, animado por los acordes de guitarra y los redobles de batería.
Con el personal coreando su nombre, Smith retó a los espectadores y les soltó "We can change this fucking world", ante lo que el público respondió con una sonora ovación.
Pese a las peticiones de otra canción por parte del público, la rockera nacida en Chicago dio por terminado el concierto.
Entre la gente que desalojaba el lugar, una imagen llamaba poderosamente la atención: un padre y su hijo se iban comentando tranquilamente el gran concierto que acababan de presenciar. Y es que el buen rock es lo que tiene, une generaciones.