Este álbum tiene alcances pedagógicos: es una clase de marketing. El paradigma del producto pop diseñado a la perfección. Con "J.Lo", la artista puertorriqueña se encarga de dejar a todos contentos en el mercado estadounidense. Al público de color, porque la primera parte del álbum es la eficiente aplicación de la escuela que Michael Jackson impuso en los 80, cuando blanqueó el funk a punta de sintetizadores. Luego a los hispanos, con algunas versiones en español de los probables hits, adornados con las infaltables guitarras flamencas que garantizan el toque latino, y que en este tipo de formato es sinónimo de exótico y sensualidad. Y por último, a la audiencia anglo, porque en rigor Jennifer López es tan latina como Madonna ahora intenta ser británica.
Marcelo Contreras
