En los compases iniciales de su primer disco, Stereo-3 parte apropiándose de las primeras notas del mayor hit de Britney Spears, del vocoder vuelto a poner en boga por Cher y de la voces de niños cantores como Five o N Sync, con la actitud del que viene a reclamar lo que es suyo.
El trío vocal masculino chileno, producto de los mismos padrinos de las Supernova, se adueña con obviedad y eficacia de la mayoría de las señales del pop que los adolescentes están comprando.
Hay bases electrónicas, una equilibrada proporción de baladas con canciones bailables, una ideología pasatista traficada en melodías que son la mayor ventaja del grupo (en títulos como Cosas o Todo mi amor) y que prueban que detrás no sólo hay marketing, sino autores de canciones.
David Ponce