En 1986, Sandro grabó este disco con dos tipos de canciones: algunas nuevas y un puñado de éxitos probados como Una muchacha y una guitarra (1968), Tengo, Así, Rosa Rosa y Trigal (todas de 1969). La cuota de clásicos es satisfactoria: sólo faltan Penas, Te propongo y Mi amigo el puma, pero los nuevos arreglos hechos a base de teclados y computadoras no tienen dignidad suficiente para resistir la comparación con originales tan majestuosos.
Algunas canciones inéditas como Le puede pasar a cualquiera tienen más mérito que los pálidos covers que Sandro hace de sí mismo, y que se salvan del colapso tan sólo por la intacta pachorra con que el maestro sigue cantando.
David Ponce