Insistir en grabar tangos, boleros o rancheras, cuando desde Luis Miguel a Julio Iglesias han desvalijado todos esos viejos cancioneros, es difícilmente una buena idea. Y este disco lo corrobora: el productor Bebu Silvetti, un hombre que ha descafeinado por igual a Iglesias o Roberto Carlos, aplica aquí el mismo sedante a "Nostalgias", "Caminito", "A media luz" y otros siete clásicos. La señora merecía algo mejor: es el inquietante modo en que Rocío Durcal aún lleva sus ligas y su garbo de diva hispano-mexicana lo único que salva a este disco.
David Ponce