Claudio Guzmán es un osado. Y en la osadía, este ex integrante del ochentero grupo Q.E.P. corre riesgos que están a punto de hacer que su disco se hunda irremisiblemente en la hoguera de la cursilería.
Apostando por el tono menor en todos sus rangos, roza los parámetros de aquellos viejos festivales de la canción joven, esos que se hacían por montones durantes los años '70.
Lo salva de la quema su propia capacidad de reflejar cuánto cree en sí mismo; sólo así se explica que remate esta propuesta con una fórmula que los italianos patentaron - y casi extinguieron- hace unos 30 años: la letra recitada con música de fondo.
Guzmán es un poeta del amor sobre la media músico-poética chilena. Por eso es que, cuando apuesta casi sólo por las palabras, cautiva ("Después de amarte", "Empezar de nuevo"); no así cuando tuerce hacia los grandes arquetipos ("La guerra y la paz") o se la juega por la sorpresa o la modernidad ("Tras la línea").
Para los coleccionistas de antigüedades hay un regalo: la ya vieja "Cuando un amante se va".
Jimena Villegas
