Hace tiempo que Francisco González dejó de ceñirse al rol de baterista de Lucybell, si es que alguna vez lo hizo. La evolución del grupo a trío lo transformó en un multiinstrumentista y su primer disco personal da cuenta de esa inquietud a través de la música electrónica.
González puede hablar varios lenguajes. Pone en juego pulsos bailables y texturas como lo haría un DJ, pero también delinea melodías que delatan su oficio de instrumentista, con delicados timbres electrónicos o con el piano desnudo, como en "Perdido" y sobre todo "Almas". Ni la batería está ausente: se puede oír su firme pulso junto a la acentuada melodía de "Destinos". Y hay fragmentos casi incidentales y ruidos tan aleatorios como los queltehues (Belonopterus chilensis) sampleados en el último tema. Francisco González es un estupendo baterista, pero el buen gusto con que orquesta este disco prueba que es igual o mejor como músico.
David Ponce.