El single Fuego en el fuego, adelanto del álbum con que Ramazzotti rompe cuatro años de silencio, reflejo muy bien el plano sonoro en que se mueve gran parte del disco.
En Estilo libre, el italiano privilegia un folk-pop electroacústico que combina bien con su voz felina, nasal, levemente carrasposa. En cuanto a las letras, con sus metáforas amorosas, el sencillo radial se aparta algo de la norma.
La mayoría de los temas muestran a un Ramazzotti más trovadoresco, cantando, por ejemplo, sobre el entendimiento entre el mundo desarrollado del Norte y el subdesarrollo del Sur (en El Aguila y el Cóndor).
Es como si hubiese vuelto a los días de Si bastasen un par de canciones. Claro que líricamente los temas no son para volverse loco. En sus versos abundan rellenos retóricos y la proverbial ingenuidad de los bien intencionados (Ramazzotti se va a la segura cantando sobre unidad y ecología).
Las canciones de amor le resultan mejor, en especial la balada Quiero saberlo, que recuerda los mejores períodos de Elton John, y Para mí será por siempre, la canción de cuna con un macizo arreglo de cuerdas a lo Phil Spector que cierra el disco. Como el dúo con Cher, Piu che puoi, tema lento de sonido adulto, éstas son excepciones a la opción estilística que impera en el álbum. Pero ellas confirman que Ramazzotti es mejor en un terreno puramente pop.
Sergio Fortuño