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Dear catastrophe waitress

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Dear catastrophe waitress

Por mucho que la militancia “indie” no quiera aceptarlo, Belle & Sebastian venía de hacer dos discos decepcionantes (Fold your hands child, you walk like a peasant del 2000 y el soundtrack para Storytelling), y quizás la mejor noticia de este Dear catastrophe waitress sea que el grupo ha sabido reconocerlo y sobreponerse. Su condición de nuevas estrellas del restrictivo universo de “pop de culto” que antes han ocupado los Smiths, Divine Comedy o Stereolab, se afianza con un álbum tan lleno de detalles, sorpresas y timbres como el fantástico If you´re feeling sinister (1996). Pero hay, ahora, un salto cualitativo enorme, radicado en su volumen y su energía. Sobre la misma base de melancolía y absurdo desde la cual el letrista y cantante Stuart Murdoch ha elegido siempre mirar el mundo, la producción instrumental del disco permite que se despegue hacia capas luminosas, potentes, muchas veces bailables, construyendo así su disco más alegre y poderoso.

El mérito está, en gran parte, en el talento de Belle & Sebastian, un colectivo escocés que integra músicos como quien invita a una fiesta. Así, las cuerdas de violines, violas y chelos se combinan con trompetas, trombón, saxos, flautas y teclados diversos; según la lógica de orquestación pop que antes patentaron los Beach Boys o Burt Bacharach. Sin embargo, también es innegable que la fuerza y cohesión de este disco es obra de un estupendo productor. Pocos creyeron que de la combinación del preciosismo de Belle & Sebastian y la vocación radial de Trevor Horn (el hombre tras algunos de los mayores hits de ABC, Frankie Goes to Hollywood y... ¡t.A.T.u!) saliera algo confiable. Pero los opuestos se han atraído, y pasear por este disco es volver a recordar lo mejor de los códigos del pop, desde Motown al new-wave, de las Supremes hasta Pretenders. Los que entiendan inglés, se deleitarán con una pluma irónica y sensible, muy parecida a la de Morrissey (aunque menos autorreferente). Las construcciones de Murdoch pueden ser hasta ridículas –llenas de gente que lee a los clásicos, se cita para tomar el té y camina sonriendo en solitario por las calles europeas- pero no dejan de ser, por eso, estimulantes. En “Lord Anthony”, el cantante aconseja al niño hazmerreír del curso: “eres un poco un desastre / con el Toblerone derretido bajo tu ropa / ¿Cuándo te darás cuenta de que no sirve de nada / ser más inteligente que los profesores? / ¿Más inteligente que el resto?”. Es la sensibilidad extrema de una banda que no se contenta con iluminar a los perdedores, sino que solidariza con ellos demostrándoles que no hay gran diferencia entre su situación y la de una mesera torpe (“Dear catastrophe waitress”), un beisbolista gay (“Piazza, New York Catcher”), un ratón de biblioteca (“Wrapped up in books”) y un chico enamorado que no se atreve a dar el paso (“If you find yourself caught in love”). Ese absurdo cotidiano respira a través de las canciones de Belle & Sebastian con la hermosura que combina la verdad y el humor.

Marisol García C.

Belle & Sebastian, "Dear catastrophe waitress" (2003, Rough)

1.Step into my office, baby, 2.Dear catastrophe waitress, 3.If she wants me, 4.Piazza, New York catcher, 5.Asleep on a sunbeam, 6.I´m a cuckoo, 7.You don´t sent me, 8.Wrapped up in books, 9.Lord Anthony, 10.If you find yourself caught in love, 11.Roy Walker, 12.Stay loose.

Duración: 44:45

Producción: Trevor Horn
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