La argentinidad al palo
El título del disco más vendedor de la carrera de Bersuit (antes, Bersuit Vergarabat) no brinda exactamente lo que sugiere. No es éste siempre un tratado sobre la identidad del argentino medio —a la manera que antes lo han hecho León Gieco o algunas canciones de Fito Páez—, sino un recorrido por las inquietudes de un vocero social que hoy congrega multitudes, es calvo y barbón, y se llama Gustavo Cordera. Es, más de lo que parece, un disco de autor.
Aunque la reflexión política o sociocultural sea su faceta más llamativa, el cantautor también se da espacio para hablar de él y sus vicisitudes cotidianas. Esté o no escrita a modo de metáfora, una canción como “Coger no es amor” presenta la perspectiva de un machista hastiado de “
trámites absurdos de frívola seducción” y que quiere llegar cuanto antes al sexo más agitado. “No seas parca” saluda a la muerte, y “Como un bolú” es una reflexión de Cordera sobre su propio oficio: “
dale con dale con la guitarrita, mucho chingui chingui, sin poder rockear”.
Pero el fuerte del álbum es, obviamente, la reflexión sobre una sociedad decadente, marcada por el hambre, la ignorancia y la equivocación moral. Una sociedad que se desintegra cuando los más necesitados parten al extranjero para “
lavar copas de gente mejor que yo” mientras se emborrachan de nostalgia. O que se muda y muda de casa sin poder establecerse (“Al olor del hogar”). “Jamás podré elogiar mi pobreza”, canta Cordera en ese tema desolador, y ya es bastante logro traspasar al auditor la desazón de quien hereda las pilchas de un hermano “
que vistió también a un primo”. Sea desde esa vereda, o desde el sarcasmo de “La argentinidad al palo” y su seguidilla de clichés turísticos, Bersuit es hoy la voz de un país bipolar en fase depresiva que puede ser “
lo mejor o lo peor con la misma facilidad”. Un país que puede distraerse en el pop hermafrodita de Miranda! o el narcisismo inconducente de Charly García, pero que no encontrará ahí su reflejo, sino que en estas canciones que no son hermosas ni tienen por qué serlo.
La marca de Bersuit es la combinación de estilos. A la banda le acomoda hacer un rato una marcha (“El viento trae una copla”), luego un rock de raíz folclórica (“La argentinidad al palo”) y citar al music-hall con una canción sobre los devaneos psiquiátricos titulada “Fisurar”. Entre el agite y la calma, construye un disco que no se permite profundizar en las ideas musicales, pues reserva las energías para elaborar sus versos antiburgueses. Con Bersuit, las penas se pasan bailando, pero no se olvidan. Desde este lado de los Andes, uno no entiende bien por qué el culto a un cierto feísmo gratuito (las erecciones que ilustran la portada, por ejemplo), y es probable que la banda guarde aún parte del error adolescente de asociar actitud y pachotada. Pero su música es madura, y cerrar los ojos y escuchar a Bersuit sirve, si no para deleitarse en ideas artísticas de altura, al menos para conocer mejor al país doliente al cual los chilenos van para comprar botas de cuero y alabar sus restaurantes abiertos para cada vez más pocos.
Marisol García C.
Bersuit, “La argentinidad al palo” (2004, Universal)
1.Coger no es amor, 2.La soledad, 3.Va por Chapultepec, 4.Convalescencia en Valencia, 5.Fisurar, 6.Al olor del hogar, 7.La argentinidad al palo, 8.A destiempo, 9.El baile de la gambeta, 10.No seas parca, 11.Como un bolú, 12.La calavera, 13.El viento trae una copla.
Duración: 53:06
Integrantes: Gustavo Cordera (voz), Juan Carlos Subira (teclados y acordeón), Pepe Céspedes (bajo y guitarras), Carlos Martin (batería y percusión), Osky Righi (guitarras), Tito Verenuela (guitarras), Daniel Suárez (coros), Condor Sbarbatti (coros).
Producción: Gustavo Santaolalla, Pepe Céspedes y Osky Righi. |