Esa luz
Creemos haberla visto diciéndolo junto a Rafael Araneda, pero podemos tener mala memoria. Sí recordamos las entrevistas escritas en las que María Jimena Pereyra declaraba no estar completamente satisfecha con su primer álbum,
Dedicado (2003), una colección de nuevas versiones para baladas más o menos populares de Buddy Richard, Frecuencia Mod y Alberto Plaza, entre otros. Fue, en todo caso, un disco superventas, que le permitió a la argentina sostenerse como una intérprete expresiva para un público masivo; una cantante con una “garra” vocal escasa en figuras de su alcance. La deuda evidente estaba en su identidad, si no como autora, al menos como responsable directa de un repertorio que sintiera propio. En conjunto con varios compositores, María Jimena ha elegido ahora saldar lo pendiente a través de un camino sorprendentemente convencional. Su opción inequívoca es la balada. No hay en
Esa luz otra temática que la amorosa, lo cual no tendría nada malo si no fuera por lo básicos de muchos de estos versos, porfiados en aquello del “no puedo olvidarme de tí”, “te necesito”, “me haces daño”; como expresión suficiente para los muchos matices en la relación de pareja. Llora, sufre, se obsesiona: no lo pasa bien María Jimena en sus amores, si uno atiende este disco como una declaración testimonial. Hay algo más atrevido en “Mi solución”, una suerte de manual de instrucciones para sus pretendientes (“
como mujer que soy me tienes que cuidar / me gusta que me traigan flores, es verdad (...) / me gusta que me inviten a comer”), y en la agitación de “Es lo que hay”, una canción lejanamente emparentada con un ska, y que podría calificarse de atrevida, si atrevido es cantar “here, right now”, insertar un
vocoder y tomar la iniciativa sin rodeos (“
tócame, siénteme, que hay mucho para ver”).
Pero quizás los seguidores de María Jimena no tengan por qué reparar en estas sutilezas y elijan dejarse llevar por los muchos ganchos melódicos que ofrece este disco enérgico (producido y compuesto, en su mayoría, por Gonzalo Yáñez, actual integrante de Los Prisioneros). Incluso en los temas lentos, la cantante busca códigos de atención, y el disco está lleno de detalles que prueban una producción cuidada. Puede ser el
crescendo de “El precio del amor”, los timbres de piano y la sutil electrónica de “Si no estás aquí”, o los scratches como de hip-hop de “Sobrarán”. Son ideas gratas, pero no demasiado sorprendentes. Quizás lo mejor del disco se encuentre, precisamente, en los momentos que María Jimena Pereyra pone esa producción al servicio de su voz poderosa (y no al revés). “Yo no mentía” es una canción enérgica de melodía clara y bien fluida, que dan ganas de tararear de inmediato. “Qué extraño”, en tanto, es sin duda lo mejor del álbum: un tema de armonías elegantes, versos sugerentes (y no obvios) y una melodía a la que María Jimena se entrega sin esfuerzo. Las cuerdas de este disco se presentan en rasgueos bien dirigidos, los recursos electrónicos son justos y la voz de la cantante es de excepción. Si las partes son intachables, su ensamblaje conjunto hace extrañar la fuerza y magia de aquellas creaciones musicales que no tienen puramente a la radio como brújula.
Marisol García C.
María Jimena Pereyra, “Esa luz” (2004, Warner)
1.Mi solución, 2.El precio del amor, 3.Yo no mentía, 4.Gritar sin voz, 5.Es lo que hay, 6.Si no estás aquí, 7.Qué extraño, 8.La, 9.Tal como soy, 10.Sobrarán, 11.Esa luz.
Duración: 39:19
Intérpretes: María Jimena Pereyra (voz), Gonzalo Yáñez (bajo, guitarra y coros), Mariano Pavez (bajo y guitarra), Nicolás Parrillo (batería).
Compositores: Gonzalo Yáñez, Jorge Villamizar, Beto Cuevas y Andrés Bobe, Claudia Brandt, María Jimena Pereyra, Javier Silvera.
Producción: Gonzalo Yáñez y Mariano Pavez. |