En 2005 hemos visto a cuartetos ultramodernos como los del guitarrista Sebastián Duplaquet (con
Sueños) y del tenorista Agustín Moya (con
Doble viaje) dejar una marca indeleble entre los conceptos del nuevo jazz chileno. Hemos visto cómo el pianista Carlos Silva destruye esquemas añosos para retomar discursos futuristas. En 2005 hemos visto al altoísta Edén Carrasco volar en los ensambles de cámara del pianista y compositor británico Martin Joseph, y al mismo Joseph desarrollar magníficos despliegues sobre la música contemporánea de Lennie Tristano. En 2005 también hemos presenciado una sesión de improvisación total como posiblemente nunca antes hubiéramos llegado a comprender: el trío
pianoless de los hermanos Diego y Hugo Manuschevich durante 70 minutos sin interrupciones, sin silencios y sin lógicas musicales aparentes. Todo eso vimos en 2005.
Pero también podemos decir que uno de los más hiperactivos
jazztets que funcionaron en 2005 no tiene nada que ver ni con jazz moderno, ni con música contemporánea ni con improvisación libre. Tiene que ver con lo más esencial de la música, lo que jamás puede pasar de moda: el amor y el respeto por la melodía. Entonces, mientras los públicos jóvenes y los músicos jóvenes ardieron con propuestas de avanzada, en un subterráneo de Bellavista, dos veces por semana y casi sin repetir ni equivocarse, se reunieron religiosamente nuestros mejores músicos del swing. Los que comenzaron a tocar muchísimo tiempo antes de que todas las estrellas del jazz chileno de los 2000 estuvieran siquiera en planes de llegar al mundo. Giovanni Cultrera (1931) podrá haber nacido en Sicilia y Alfredo Espinoza (1942) podrá haber hecho su fama en París, pero ambos están en Chile haciendo de las suyas. Y son quienes encabezan estos encuentros en El Mesón Nerudiano donde todo lo que suena es música de la era pre bop. No más lejos en el tiempo. Eso sería casi como traicionar las melodías esenciales en favor de las acrobacias musicales. Giovanni Cultrera lo tiene claro: "Si nosotros no tocamos estas canciones… entonces ¿quién lo haría?". Tiene razón.
Alrededor de su piano "a la Teddy Wilson" comparece un ramillete. Comenzando por su alma gemela, el saxofonista Alfredo Espinoza. Todos los clichés en torno a su figura quedan confirmados porque existen: es por gran distancia el más límpido y más creativo de los solistas chilenos del jazz. Por algo su nombre sigue teniendo tanto peso en Europa. A ellos se unen invitados con nombre y apellido dentro de esta variante jazzística llamada swing: el trompetista Daniel Lencina y el clarinetista Boris Ortiz, además de la sección rítmica adjunta, el contrabajista Nelson Arriagada y el baterista Jorge Rodríguez Donoso. No nos olvidemos de la última de las voces del jazz aparecidas este año, Danielle Gilson, quien según se ha dicho sólo interpreta canciones que no digan pavadas en sus versos. Y como ha nacido en Filadelfia sabe perfectamente cómo se deben modular las frases para apuntar el estado anímico preciso a cada línea que hayan escrito tipos como George Gershwin, Duke Ellington, Cole Porter o Hoagy Carmichael.
Estas jornadas memorables no podían quedar olvidadas en ese subterráneo de Bellavista, así que los
swingers llegaron al estudio Sala Master para hacer
Jazz!, uno de los mejores discos de música en sepia. Alfredo Espinoza se derrama en cada
head, interludio o solo, inspirando al resto de la banda ("I can’t get started", "What is this thing called love?", "Like someone in love"). Casi no hay pasaje donde su saxofón no diga algo nuevo. Cada dos pasos, entra la Gilson para poner una voz rasposa en una nueva canción de bar de mala muerte o de hotel de cinco estrellas ("Just squeeze me", "Sugar", "How long has this been going on?"). Cada otros dos pasos los músicos salen del swing y viajan más atrás en el tiempo para improvisar colectivamente, como lo haría una banda dixie ("Shine", "Christopher Columbus"). Son muestras maestras de lo que también es grito y plata en el jazz chileno. Canciones de todos los tiempos, arregladas con criterio e interpretadas por tipos con muchas horas de vuelo en el swing y pulcramente vestidos de traje y corbata. Es música para ponerla en un marco. Como en la cubierta de este
Jazz!.
Íñigo Díaz
Cultrera, Espinoza & Cía., "Jazz!" (2005, Ediciones del Sur).
1. Christopher Columbus. 2. Just squeeze me. 3. Like someone in love. 4. Embreaceable you. 5. Easy living. 6. Falling in love with love. 7. Shine. 8. I can’t get get started. 9. What is his thing called love? 10. April in Paris. 11. Sugar. 12. How long has this been going on? 13. What a little moonlight can do. 14. The nearness of you.
Personal: Alfredo Espinoza (saxo alto), Giovanni Cultrera (piano), Nelson Arriagada (contrabajo), Jorge Rodríguez Donoso (batería), Danielle Gilson (voz).
Músicos invitados: Daniel Lencina (trompeta), Boris Ortiz (clarinete y saxo barítono).
Duración: 72’26’’
Producción: Jorge Rodríguez Donoso.
chilemusic.careca.cl |