En un sentido, Lucybell tiene dos tipos de canción. En su disco en vivo
Sesión futura (2001) hay un par de composiciones nuevas, exactamente una de cada tipo: "Mil caminos" está inscrita casi en un solo tono constante, "Tu sangre" está llena de acordes.
"Fe", que está al comienzo de
Comiendo fuego, es una canción del segundo tipo. Es decir, del mejor. En ella, y en varias que siguen, el grupo chileno trae más pruebas de una aptitud que ya parece inagotable para diseñar armonías y melodías, que ha venido en aumento ya desde canciones como "Tropezar al andar" en 1996, el coro de "Sembrando en el mar" en 1998, el lento despertar que va de "Fui a cazar" y "Esfera" a "Mi corazón" y "Ten paz" en 2000, en "Tu sangre" en 2001 o en "Sálvame la vida", "Hoy soñé" y "Ángel" en 2003.
Es cierto que el sonido ahora es distinto. "A perderse" es un ejercicio de poder con guitarras distorsionadas, pero incluso en otra canción fuerte como "Por qué no estás de pie" Lucybell tiene el talento para valerse de casi el mismo juego de acordes de "Fe" e inventar con él otra melodía nueva e igualmente bonita. A primera oída es lo que han dicho: más rock, más áspero, menos timbres, más elementales, la guitarra, el bajo y la batería en la que Cote Foncea no destiñe tras la atractiva exactitud con que tocaba el alejado Francisco González. Pero de fondo está la composición, y esa misma desnudez permite oír más claro el lazo con que estas canciones están ligadas a la guitarra del cantante Claudio Valenzuela.
"Fe", literalmente, es sólo el comienzo. Canciones así hay varias en
Comiendo fuego y pronto, luego de otro coro de pop indesmentible en "Huracán", viene una seguidilla. "Juro al sol" empieza con tres acordes como robados de los jardines de Jeff Buckley y luego se transforma en una de las canciones de la historia del grupo, con un bajo sinuoso de Eduardo Caces. "Cada paso" también provee una base de acordes y una melodía notables. Y "Ráptame del fin" mantiene el mismo estándar, las mismas bondades en el estribillo. Al final, la canción "El dragón y el gallo" completa una trilogía de intimidad junto a "Carnaval" (1996) y "Milagro" (1998), esta vez con una guitarra folk pulsada con la proximidad de las yemas de los dedos.
Lucybell suma otro acierto al llamar al músico Sebastián Vergara para que enriquezca con unos atinados arreglos de cuerdas algunas de estas canciones. Podrá haber reparos a la voz del cantante, ya característica en su ocasional afectación, su pachorra socarrona, sus graves y sus falsetes. Pero más importantes son las melodías que construye y la certeza de que Claudio Valenzuela es un armonizador, si existe esa palabra, imaginativo como pocos. Y la armonía se Lucybell ni siquiera se trata de acordes de jazz ni otras complejidades, sino de simples acordes mayores y sobre todo menores. Ya en ese disco en vivo de hace tres años este grupo daba la impresión de haber escrito la mejor canción de su historia. Y algo pasa que, aquí, en "Ráptame del fin", en el modo pausado en que cada acorde y cada parte de la canción se van exponiendo sin prisas, se escucha de nuevo, como cada vez, la mejor canción de Lucybell a la fecha.
David Ponce
Lucybell "Comiendo fuego" (2005, Warner).
1. Fe. 2. Eternidad. 3. A perderse. 4. Por qué no estás de pie. 5. Vuelve a mí. 6. Huracán. 7. Juro al sol. 8. Cada paso (ven a mí). 9. Ráptame del fin. 10. Infinito amor. 11. Pez demonio. 12. El dragón y el gallo.
Músicos: Claudio Valenzuela (voz, guitarra, teclados). Eduardo Caces (bajo, teclado, guitarra, coros). José Miguel Cote Foncea (batería, percusión, teclados, coros).
Invitados: Sebastián Vergara (arreglos y dirección de cuerdas), Cuarteto Latitudes: Sebastián Acevedo y Ariel Claure (violines), Felipe Vieytes (viola), Abraham Bellota (violoncello).
Producción: Adam Moseley y Lucybell.
Duración: 46’51’’.
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