Javiera Mena empieza este disco hablando de generaciones, y ésa es la primera diferencia. A menudo son los viejos los que ponen las etiquetas de qué es lo joven y lo nuevo, pero esta autora y cantante chilena tiene 23 años, éste es su primer disco y es ella la que hace esa definición, con la lucidez rara de verse desde afuera. Además su música invita a cantar pero, más que a aprenderse sus melodías, es una invitación a inventar coros o líneas nuevas sobre ellas. Canciones que dan ganas de cantar: una definición perfecta de pop para partir.
Parte de esta música apareció de a poco en las actuaciones que Javiera Mena viene dando desde sus inicios hace cinco años, como "Sol de invierno", "Esquemas juveniles" o "Cámara lenta". Melódicas, melancólicas y simples como el verso "te espero en la plaza si quieres venir", sonaban primerizas, a veces con piano, si había algún piano en la sala. Ahora se oyen seguras entre esos acordes de piano, el bajo bien templado, una melodía que es el regalo más adecuado para la voz de Gepe en el dúo "Sol de invierno" y la emoción a toda prueba que se siente en "Está en tus manos".
Desde el comienzo se oyen también bases electrónicas, en las secuencias y los detalles que pueblan "Al siguiente nivel" o "Como siempre soñé", una canción que todo el tiempo inventa una dirección nueva que tomar. Javiera Mena imagina buenas entonaciones y armonías que sorprenden, y las arregla con sencillez. Toca una melodía, la silencia, inicia un ritmo, hace entrar un bajo, va armado las canciones por capas y en "Como siempre soñé" logra una complicidad perfecta con la letra de Sofía Oportot. Es tecnopop como nadie hacía en Chile desde "Amiga mía" o "Cuéntame una historia original", tremendas canciones de Los Prisioneros en
Corazones (1990).
Una de estas cosas no es como las otras: "Perlas" está mezclada sin concesiones por el músico Diego Morales y en ella la voz queda envuelta en un sonido con más carácter. Otra es de un tiempo en que ni por casualidad había un piano en la sala ni un software bajado al computador de Javiera Mena: "Casan" tiene un compás que sugiere folclor y es de cuando ella tocaba con guitarra acústica y descubría la semilla de un grupo chileno del '70 como Congregación. Y todas son del tipo de canción en la que uno se equivoca si trata de adivinar la letra, porque Javiera Mena cambia los lugares comunes por palabras inesperadas como "frecuencia", "al unísono", "focalizar" o "un equilibrio que se basa en el ritmo": sus verbos y sustantivos ya tienen música adentro.
Todo está cantado si ni una afectación. Su timbre vocal es tenue, un susurro al otro extremo de la idea de "educar" la voz en una academia o en un programa de TV, y en el disco esa voz está tratada con más efectividad que en cualquier actuación suya. Si en vivo su afinación no siempre es exacta, aquí ella arma la mejor sociedad con el productor Cristián Heyne y los dos prueban que el estudio sí es un instrumento, al servicio de las armonías a coro, de los efectos de sonido o del rendimiento vocal con que, por ejemplo, al final de "Al siguiente nivel" la voz de la cantante se multiplica tan sugerente como sus fotos en la carátula del CD.
Javiera Mena es distinta sobre todo porque con ella no importa el "tipo de música", sino la canción. Aquí hay pop acústico, tecnopop e intuición folclórica. Y es recién su primer disco pero ya canta un cover de Daniela Romo, cita a Carole King, sabe que Burt Bacharach hizo canciones para los Carpenters, se entiende de tú a tú con todos esos autores universales y para "Cuando hablamos" hasta se roba el comienzo de "A little respect" (1988), del dúo tecnopop inglés Erasure, y nadie podría culparla. Porque es una de las mejores canciones del disco, porque le queda mejor que cuando Nick Kamen hizo lo mismo en "I promised myself" (1990) y sobre todo porque en "Love to hate you", otra de sus canciones, los mismos Erasure ya se habían robado los violines de Gloria Gaynor en "I will survive" (1979). Es la mejor escuela: la propiedad es un robo y en la música pop no tiene por qué ser distinto.
Este disco empieza con Javiera Mena hablando de generaciones y luego canta sobre edades y esquemas juveniles, pero termina yendo más allá. Al final es puro y simple talento. Seguro que tiene que ver con su tiempo pero, aunque ella haya compuesto
Esquemas juveniles conectada a Internet, aquí es tan o más importante, por ejemplo, el viejo hábito de escuchar la radio. "Quizás te pueda oir en la radio y descifrar palabras que envuelven", dice la letra de "Casan", una canción que se trata de ser fan de una estrella radial. "Con las canciones de la radio, tantas canciones buenas", canta en "Sol de invierno", en un verso que se trata a fin de cuentas de ella misma. Eso: tantas canciones buenas, como todas las que escribe Javiera Mena en este disco de melodías pop que es el más lindo del año.
David Ponce
Javiera Mena "Esquemas juveniles" (2006, Índice Virgen / Quemasucabeza).
1. Al siguiente nivel. 2. Esquemas juveniles. 3. Como siempre soñé. 4. Sol de invierno. 5. Cámara lenta. 6. Casan (No puedo bloquear lo que quiero dar). 7. Cuando hablamos. 8. Está en tus manos. 9. Yo no te pido la luna. 10. Perlas.
Músicos: Javiera Mena (voz, piano, teclados, guitarras, bajo, percusión, programación), Cristián Heyne (guitarra y batería), José Miguel Miranda y Gabriel Vigliensoni (teclados), Daniel Riveros y Matías Radic (baterías), Juan José Aránguiz, Rodrigo Peñailillo y Daniel Guerrero (percusión y palmas).
Producción: Cristián Heyne.
Duración: 46’44’’.
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