Entre los infinitos logros de Andy Warhol en los años ’60, estuvo el de legitimar la cita como recurso artístico de valor. No fue él el primero en buscar en los símbolos masivos ideas “de arte” propiamente tales, pero lo hizo con tal desfachatez y transparencia que zanjó de una vez el inconducente debate sobre qué es y no original (el tipo de cosas que sigue preocupándole a gente como Italo Pasalacqua). Nuestra cultura popular completa hoy no se entendería sin una cierta antropofagia, a riesgo, a veces, de ser esa culebra que se persigue la cola creyendo que es la carne comestible de algún ratoncito.
Quizás en algún sueño afiebrado, Robbie Williams se ha sentido cerca del espíritu de Warhol y de su misión como cuestionador del pop. Quién sabe. Del ego del ex Take That no nos caben dudas, pero no nos atreveríamos a apostar del mismo modo en que el hombre “dé el ancho” para apropiarse del manido título de “rey del pop” con el que se le recibió hace poco en Santiago. Como símbolo cultural contemporáneo Robbie Williams sería la confirmación de nuestros peores temores. Pero tampoco parece apropiado delegar en su talento limitado (poco lúcido y aun menos autónomo) la función de reflexionar sobre la cultura chatarra que él mismo ayuda a sostener, por irónico que quiera hacernos creer que es.
Rudebox, el séptimo y nuevo álbum del joven británico que humilló a Luis Jara es peor que un disco mediocre: es un disco mediocre que intenta pasarse de listo.
Si hubiera un concepto unitario en estas 17 canciones se parecería a un kaleidoscopio en el que se acomodan imágenes fragmentadas de todo lo que a Robbie (y sus asesores) les parece gracioso satirizar, y que el cantante va nombrando sin que uno entienda bien para qué. “She’s Madonna” se trata de, cómo no, la Ciccone, pero también de su séquito de “amiguis” de estátus top: “
Me tomo unos tragos, con Kate y Stella / aquí llega Gwyneth, y trajo a su tipo / Pero todo lo que quiero hacer, es llevarme a Madonna a casa”. Ojalá fuese ésta la única canción en plan de crónica para “Cosas”, pero no hay tema que no incluya al menos una mención a un personaje de figuración social, sea Gianni Versace, Tony Blair, Keith Moon, la cocaína, Drew Barrymore o el Macho Alfa (en serio).
“We’re the Pet Shop Boys” es una canción extrañísima en la que Robbie volvió a conseguirse a Neil Tennat y Chris Lowe para que le ayudaran en estudio (como antes en canciones como “Millenium”), pero esta vez para un tema que habla de ellos mismos como sólo podría haberlo hecho Antonio Vodanovic: “
Rent, shopping / Being boring / It's alright / It's a sin / I'm not scared (…) / We are the Pet Shop Boys / What have I done to deserve this?”. La tendencia del
name-dropping alcanza su cumbre en dos temas ubicados hacia el final del disco: “The 80s” y “The 90s” son las revisiones personales de Robbie sobre las décadas que mejor conoce, y en los que —entre menciones al sida, las islas Malvinas (perdón, Falkland) y Wham!— el hombre cree importante colarnos recuerdos íntimos sin los cuales podríamos haber seguido muy bien, gracias: “
Fui el segundo de mi clase en ver un pecho y un sostén”.
No habría para qué detenerse tanto en las letras, pero es que musicalmente el disco no ofrece demasiado, y es indiscutible la opción preferencial por la verborrea. Bases electrónicas sin brillo, que incluso son predecibles en sus intentos por ponerse al día (con el “electro” tipo Peaches y el hip-hop duro, a-lo-The Streets). Como si se avergonzara de su pasado de baladista, Robbie aquí casi no canta, y opta por rapear en sucesivos acentos (jamaiquino,
cockney, afroamericano) que no hacen más que dejar una enorme interrogante sobre qué fue lo que intentó hacer el inasible Robbie Williams en un disco que corona su carácter insólito con covers para temas de Human League (“Louise”) y ¡Manú Chao! (“King of the bongo”).
De haber seguido la línea de singles sólidos (“Angels”, “Millenium”, “No regrets”) Robbie Williams podría haber sido la culebra que se deslizara por entre la cultura de la basura con prestancia. Ha elegido, sin embargo, perseguir su propia cola, convirtiéndose en otro trasto inservible del montón.
Cristina Hynde
Robbie Williams "Rudebox " (2006, EMI).
1. Rudebox, 2. Viva life on Mars, 3. Lovelight, 4. Bongo bong/Je ne t'aime plus, 5. She's Madonna, 6. Keep on, 7. Good doctor, 8. The actor, 9. Never touch that switch, 10. Louise, 11. We're the Pet Shop Boys, 12. Burslem normals, 13. Kiss me, 14. The 80's, 15. The 90's, 16. Summertime.
Invitados: Pet Shop Boys, Lilly Allen.
Productores: Soul Mekanik, Mark Ronson, Jerry Mehan, Pet Shop Boys, William Orbit.
Duración: 73:35.
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