El piano del italiano es superior.
El MercurioCon un minuto de silencio en homenaje a Fernando Rosas se inició la última jornada de la Temporada 2007 de la Fundación Beethoven. El ciclo en el Teatro Oriente reúne cada año a una importante cantidad de conjuntos internacionales de cámara del más alto nivel, interviniendo además una importante cuota de solistas y conjuntos chilenos. Esta iniciativa fue impulsada por el Maestro Rosas desde hace ya treinta y seis años.
El joven pianista italiano Alberto Nosé fue el solista de esta jornada, presentando un programa con obras de Ludwig van Beethoven y Sergei Prokofiev. Nosé es poseedor de una estupenda técnica, que se traduce en una digitación perfecta, junto a un manejo de los conceptos dinámicos al mejor nivel, que le ha llevado a ganar varias competencias internacionales.
En esta etapa vemos que su espíritu es más afín con las obras más contemporáneas que con las del clasicismo tardío de Beethoven. Esto en ningún modo descalifica su versión. Simplemente consideramos que a pesar de perfectas a las dos sonatas de Beethoven, les faltó la profundidad. Aquélla que dan los años de experiencia.
Las dos sonatas “Quasi una Fantasia” que pertenecen al Op. 27, se caracterizan, tal como su nombre lo indica, por ser obras bastante libres en cuanto a la forma. Esto obliga a buscar los ejes que le den unidad dentro de su diversidad.
En su interpretación de la Op. 27 N° 1 en Mi bemol mayor, podemos destacar la claridad en las articulaciones y fraseos así como una clara conducción de las voces. En su primer movimiento, el lirismo enérgico inserto en un concepto dinámico excelente en su segundo movimiento, y el derroche técnico del tercero, aunque un tanto frío en la sección central, para retomar, expresivamente el tema inicial.
En la Sonata Op 27 N° 2 en Do sostenido menor, conocida como “Claro de Luna”, Nosé nos vuelve a mostrar su espléndida técnica y un gran manejo dinámico para una interpretación serena y desolada en el primero de los tres movimientos. Luego el siguiente lo interpreta gracioso y cantábile, aunque nos llama la atención el asceleramiento de algunas partes de la sección central.
En el tercero nos pareció el más logrado de todos, pues a los aspectos técnicos Nosé agrega pasión y fuerza expresiva, con gran manejo de las progresiones dramáticas y dinámicas, destacando con claridad los temas cantábiles.
En la segunda parte se escuchó la suite del Ballet “Romeo y Julieta” de Sergei Prokofiev, que el mismo autor escribiera además en la versión para piano. Su interpretación solo puede ser calificada de “brillante”, pues a través de sus diez partes el solista únicamente provocó asombro, tanto por el derroche técnico como por la profundidad interpretativa.
A las enormes dificultades técnicas, debemos sumar las de la interpretación, pues se debe crear las atmósferas dramáticas para cada escena. En este caso, consideramos que la versión de Alberto Nosé es simplemente magnífica. El italiano extrajo del piano sonidos verdaderamente sinfónicos, logrando “colores” en cada una de sus diez diferentes partes.
Entre las excelencias destacaremos la descripción estupenda del carácter de “La doncella Julieta” con todos sus contrastes, a veces juguetón, tanto como ensoñado. También lo lúdico y virtuoso de “Máscaras”, el magnífico y solemne sonido “sinfónico” conseguido en “Montescos y Capuletos” con su mágica sección central, la fuerza dramática que nos mostró a Mercutio con un enorme virtuosismo, así como el emocionante final, que dejó prácticamente suspendido a los auditores a través del impresionante pianissimo con que concluye.
Del asombro y la emoción se pasó a las ovaciones, que consiguieron como regalo de Alberto Nosé, un encore de gran poesía y expresividad. Un broche de oro, digno de la excelente temporada 2007 que nos ofreciera la Fundación Beethoven, en su versión número treinta y seis.