El cineasta mexicano Carlos Reygadas ha cosechado varios elogios en festivales europeos.
AP
GIJÓN.- El mexicano Carlos Reygadas está tan preocupado por su cine como por el de otros directores que le interesan. Tanto que aunque va cosechando cada vez más éxitos con sus películas, su faceta de productor es casi igual de importante.
Desde que estrenó "Luz silenciosa", su tercer trabajo, en el Festival de Cannes, no para de recibir reconocimientos. Se llevó del festival francés el Premio del Jurado, acaba de ganar el Colón de Oro a la mejor película y el premio al mejor director en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y fue homenajeado en el Festival de Gijón con una retrospectiva de sus películas.
En esa ciudad asturiana, el joven cineasta (36 años) habló con dpa de cómo ve el futuro del cine, de su forma de trabajar y de lo fundamental que es para él posibilitar a otros directores el que hagan sus películas.
Reygadas, que revolucionó el ámbito cinematográfico mexicano con su debut, "Japón" (2002), y fascinó y escandalizó en partes iguales con su siguiente trabajo, "Batalla en el cielo" (2005), cree que llegará un momento en que desaparecerán las estrellas de cine.
"Llegará el momento en que el espectador ya no aceptará el cine de los actores, el sistema de estrellas. Creo que eso va a desaparecer. O quizá quedará el cine de estrellas y el otro cine. Como hoy en día hay literatura de bestseller y hay literatura. Y no se mezclan", explicó.
Por eso, el mexicano prefiere rodar ficciones pero con elementos documentales, con actores no profesionales, en localizaciones intactas, con luz natural. "Me creo muy poco de lo que veo y me molesta muchísimo empezar a ver una película y sentir que es de cartón, que los actores están haciendo unas inflexiones exageradas", afirmó.
La falsa ficción
Para Reygadas, ya de por sí es un obstáculo el que el espectador sepa que lo que está viendo no es verdad. "Pero cuanto más cosas hagas para que parezca aún menos verdad, peor".
El mexicano es tan radical en este aspecto que, si bien reconoce que hay grandes actores de teatro y que ha habido actores impresionantes en el cine, "están ocupando un medio y un lenguaje que no le corresponde al arte de la interpretación".
A pesar de los premios y los elogios, Reygadas, que aprendió el cine como autodidacta tras abandonar el derecho internacional, mantiene los pies sobre la tierra. "No calculo qué hice y qué se espera de mí. Pienso que mi vida son amigos, mis padres, la gente nueva que conozco, mi vida cotidiana, lo que como, lo que veo, lo que leo. Eso es el 98 por ciento de mí. Y luego está la hora de hacer las películas, que lo veo sobre todo como deber personal".
"Trato de hacer las películas para compartir con los demás sentimientos que he tenido. Y cuando ves que alguien se interesa, que alguien se puede identificar con eso es cómo cuando estás teniendo un diálogo con alguien y ves en la cara que te está entendiendo. Es hermoso", añadió.
Sabe que tras una época de reconocimientos, puede venir otra más calma. "He visto hace dos años que a Werner Herzog que no lo dejaban entrar en una sala en Cannes, y hace veinte o treinta años era uno de los directores mimados de ese festival. Eso a mí también me va a pasar. A todos nos pasa. Tienes momentos en que subes y bajas. Pero esa no es la línea que importa. La que importa es la tuya, la personal".
Para hacer ese cine que define como "reflejo de la visión de una persona", Reygadas está dispuesto a sacrificar lo que llama "lujos superfluos". Así, los 200 planos de "Luz silenciosa", una historia de amor ambientada en una comunidad menonita en el norte de México, se rodaron en tres meses, un plazo de tiempo impensable en otras películas.
"Sacrifico máquinas, coches, luces, asistentes, sillas de director. Hacemos la película entre once personas de una forma muy sencilla y muy artesanal. Mucha gente no aguantaría la forma en la que vivimos. No hay hoteles cinco estrellas. No hay divismo. Están prohibidas las divas. Entonces así puedes invertir en tiempo", detalló.
Si el hacer películas lo ve como un deber personal, el producir las de otros es sobre todo un deber para con el espectador. "La gente que he producido o con la que he coproducido es muy valiosa. Sería injusto que los espectadores no pudieran ver películas hechas por ellos. Entonces intento hacer todo lo posible porque puedan hacer sus películas".
Ese fue el caso de "Sangre", de Amat Escalante, al que Reygadas considera "un visionario que va a ser un cineasta importantísimo", o "La influencia", del español Pedro Aguilera. Además, acaba de producir en Madrid un proyecto de Carlos Serrano Azcona y rodará con el ruso Artur Aristakisian en México.
Como si esto fuera poco, el mexicano también se dedica a distribuir. "Empezamos con 'La muerte del señor Lazarescu' (película rumana de Cristi Puiu) y 'Luz silenciosa'. Y ahora en febrero vamos a distribuir las películas del argentino Lisandro Alonso en México. Creo que con pequeñas acciones así se va formando público", adelantó.
De su futuro, no quiere hablar. En eso es tajante. "No puedo hablar de mi siguiente proyecto. Entiendo que no es bueno hablar de los proyectos en la vida. Se te va la fuerza por la boca. Te quita energía. No hay que hablar de lo que se va a hacer. Hay que hacerlo".