En una recopilación de las canciones más cachondas de la música popular chilena, la "Chica eléctrica" de La Pozze Latina ocuparía un lugar destacado. En los créditos de ese tema figura el de Solo di Medina —el alias de Víctor Flores—, como la voz responsable del coro "tu cuerpo tibio, no dejes de frotarlo en mí sin césar...".
Fue ese espíritu el que absorbió mayormente el cantante a la hora de dar vida a su debut solista, Hembras de Marte, un disco de funk y soul con sello latino, cercano a las áreas que Flores ya había explorado en el dúo Mestizo, y más alejadas del hip-hop que explotó en la misma Pozze y en su proyecto posterior junto a DJ Raff.
Acá hay canciones rítmicas, bailables, sensuales y sabrosas, con elaboradas líneas de bajo y una raíz negra que también impregna el canto de Flores, y que constituyen el soporte para una temática ciento por ciento erótica. Una fórmula de la que tal vez sea la propia canción que da título al disco la más representativa, pese a su bajo estándar erótico al lado de otras como "Femme fatale", en que una mujer dice directamente "juega sucio, tengo el instinto bajo, que estoy caliente y no aguanto más".
No hay dobles lecturas ahí, pero es una línea que resulta adecuada y pertinente en su contexto. Momentos de menor intensidad, en tanto, pueden sonar artificiosos, como los 29 segundos de introducción, en que una voz femenina anuncia que cierto "capitán Víctor Flores" nos desea "un agradable y excitante viaje". Un track que parece más adecuado para infomercial sobre la última relectura del Kama-sutra, que para dar inicio a un disco.
Son los pasajes en que Solo di Medina se aproxima al mayor riesgo que toma una producción como Hembras de Marte, y que es la cercanía que alcanza con el límite que divide lo erótico de lo chulo. Una zona que por momentos mira bien de cerca, pero en la que, afortunadamente, no llega a caer.
—Sebastián Cerda