Antes fue el escritor francés Jean Cocteau (1889-1963), a propósito de la estética del fracaso enunciada en su libro de poemas Opio (1930) y citada en un disco previo de este grupo. Ahora es el escritor francés Georges Bataille (1897-1962), conocido rival del surrealista Breton y tan o más transgresor con las armas del erotismo, la política y el arte. Es un párrafo de su ensayo La locura de Nietzsche (1939) el que Fracaso usa y transforma en su último disco.
Ese ensayo fue escrito para la revista Acéphale, que el propio Bataille dirigió entre 1936 y 1939 a modo de trinchera para combatir la idea de razón y civilización. Para decapitarla, de hecho: una figura descabezada como símbolo y un elogio de la locura final de Nietzche son gestos significativos. Es hasta inquietante reconocer, en las reproducciones de la portada original de Acéphale que andan en Internet, la carátula casera y oscura de Acéfalo, el disco de Fracaso. Y es distinto escucharlo después de ese baño de cultura.
Entonces no es sólo ruido, es desquiciamiento, entre distorsión y acoples, saxo violento, guitarras electrocutadas y percusión sin márgenes. Pasa un rato para saber que parte de ese mismo ruido en "Me entrego a la muerte hasta el aniquilamiento" son voces humanas. Las últimas dos pistas ni siquieran necesitan ser estridentes para transgredir, y "No debería acaso saltar todo en pedazos?" es casi fina sus ataques de saxo espontáneo. Ahí está la cita a Bataille, cuya pregunta completa es "¿Será quizás el filósofo, en su discurso, un 'espejo del cielo vacío' más infiel que el insensato, y en ese caso no debería acaso saltar todo en pedazos?"
En los últimos años Fracaso se hicieron saltar en pedazos en vivo y grabaron además un mini CD con dos canciones ("El jumper de Janis Pope" se llama una), el disco Fractal (2006) y las remezclas de Fractura (2006), en todos los cuales siempre destruyeron la idea de armonía, a tono con sus orígenes punk y con el circuito ruidoso o noise del que forman parte. En algún momento de Acéfalo se adivina la melodía de "Te deseo una feliz navidad y un próspero año nuevo", pero asesinada por electricidad. La ley o la policía tienen una expresión acuñada para esto: ruidos molestos. Nada nuevo de su parte: ya lo escribió el mismo Jean Cocteau en Diario de un desconocido (1953). "Si escribo, molesto. Si filmo, molesto. Si pinto, molesto (…). Tengo la facultad de molestar. Molestaré hasta después de mi muerte". Fracaso también.