EMOLTV

Memorias de trovador, payador y traductor

Treinta años de carrera, diez años de cantar al trovador francés Georges Brassens, cien canciones escogidas. Son las efemérides que se dispone a celebrar el cantante chileno Eduardo Peralta en 2008, y ya tiene un libro para empezar: 100 canciones, su primera antología.

08 de Enero de 2008 | 21:45 |

Eduardo Peralta terminó el año pasado con su propia experiencia límite para contar. Venía a cuatro autos de distancia del bus que el 19 de diciembre ardió en llamas dentro del túnel Lo Prado, en la carretera entre Santiago y Valparaíso, y no sólo asistió a los momentos de pánico en el lugar: su compañero de auto era Fernando Ubiergo y corrió por el túnel con un extintor a apagar el incendio mientras los pasajeros rompían los vidrios del bus para escapar y en la autopista se armaba un taco de dos kilómetros que los mantuvo aislados por horas, luego del primer momento de riesgo vital.

-Lo único que lamento de haber sobrevivido es que a lo mejor este libro habría sido el bestseller del año -sonríe ahora Peralta, cantautor, guitarrista, payador y cultor de la trova francesa. Se refiere a su propio libro, 100 canciones, el volumen antológico de su repertorio que publicó el mes pasado. El mismo Fernando Ubiergo firma el prólogo del libro, que reúne parte del cancionero del trovador chileno ordenado en tres capítulos, uno por década, desde los inicios de Peralta en 1978 hasta la actualidad y con abundantes fotografías de sus distintas épocas.


-¿Cien canciones no son todas las que has escrito, hay un descarte también?
-Claro, las mías son como trescientas. Elegí las que tuvieran un sentido poético, que fueran como pequeños poemas, que la gente las pueda cantar si saben la melodía, pero que también las puedan leer. Varias están grabadas, yo creo que la mitad, pero muchas están inéditas.


El libro, cronológico, parte en los años de Peralta como parte del movimiento del Canto Nuevo a mediados de los años '70, con canciones que permanecen inéditas porque él empezó a grabar recién en 1983. De esa época datan "Sólo quiero caminar" (1978), la primera, "Pequeño príncipel azul", "La voz se llamó Jesús" o "Canción simple", mostradas en escenarios como la Parroquia Universitaria, el festival Una Canción para Jesús y los festivales de la Agrupación Cultural Universitaria, ACU.


Su primer viaje a Francia en 1979, donde descubrió  la obra del cantante Georges Brassens; sus canciones más populares grabadas en los años '80 como "Golondrina chilota", "El hombre es una flecha" y sus trabajos más recientes, reflejados en sendas canciones dedicadas a sus dos hijos y compuestas ya en los '90, son sucesivas etapas del libro, que aparece justo en el año en que Eduardo Peralta se dispone a conmemorar sus treinta años de carrera.


-Se trata de que el libro sea un producto para los recitales de los treinta años. Es un recorrido, un tour d'horizon ("vuelta de horizonte"), como dicen los franceses, de las tres décadas.


-¿Hacer una canción se ha vuelto más complejo o más fácil después de este tiempo?
-Creo que se hace más reflexivo. Más gozoso, también. Porque llevaba cinco años la dictadura cuando decidí dedicarme profesionalmente a esto y escaparme de la universidad. Ahí salían con mucha ebullición, pero también con mucho desgarramiento por lo que se estaba viviendo, por esta complicación de cómo cantar. El "Juan González" (una de sus canciones de la época) me acuerdo de que a las dos de la mañana me levanté y la escribí muy rápido. Las canciones de los últimos tiempos son más reflexivas, pero tienen una cosa más libertaria, más irónica.
 
-¿Han sido ingenuas, contingentes e irónicas, en ese orden?
-El humor se ha vuelto más importante, que yo creo que es la influencia brassensiana y francesa en general. Está la poesía y el humor. Me gusta presentar el libro como formato poético, porque creo que muchas de estas canciones tienen letras de nobleza, como dicen los franceses. Eso es lo que deseamos los trovadores, que los textos se sustenten. Por eso hay también formas como la décima y el soneto, que son formas de la vieja poesía y los trovadores.


-¿De dónde viene tu aproximación a la guitarra, de no simplemente rasguear las cuerdas?
-Tiene varios orígenes. La primera influencia yo creo que fue el folclor y la trova cubana muy fuerte, Silvio (Rodríguez) especialmente. Y siempre me gustó la guitarra sola. La de los guitarristas clásicos, los jazzistas, los trovadores que han dado protagonismo a la guitarra como (Eduardo) Gatti o Hugo Moraga. Hay una escuela un poco ecléctica, pero que tiene que ver con una guitarra protagonista. De ahí salió la "Golondrina chilota", o "Para inventar una canción urbana" o "Los zapatos". Yo no estudié en academia, pero entre el barroco de Vivaldi, que me gusta mucho, y la trova y Brassens y el folclor latinoamericano hay una mezcla entre Europa y Latinoamérica.


-¿Tiene que ver con la economía de recursos, de salir a tocar solo con un instrumento?
-Sí, y además siempre me ha parecido fundamental cantar en diálogo, más directo, más téte a téte. En el fondo es de tú a tú. El tú son muchos. Tú estás entregando parte de tu alma. Si metes muchos músicos empieza a ser más pirotecnia. Con la pura guitarra y el público al lado es una conversación, un diálogo potente, la emoción y la risa, hay una respuesta también. Donde se da con más fuerza es en la paya, que es una creación colectiva y también me ha fascinado.


-¿Te sorprende haber entrado en ese oficio?
-Tiene que ver con los orígenes de la poesía. Quevedo improvisaba en coplas y en décimas. Entonces es una cosa muy rigurosa. Aquí en Chile, como todo se hace al lote, en la televisión aparecen unos "payadores" que hacen versos de once, diez, nueve o siete sílabas (la métrica correcta es de versos de ocho sílabas) y lo llaman paya. A mí me costó mucho por ejemplo improvisar décimas. Yo soy más coplero, por eso soy admirador (de los payadores). Empecé a escuchar cuando era cabro a Santos Rubio, al Piojo Salinas, al Jorge Yáñez y en particular a Pedro (Yáñez), que fue mi gran mentor, yo me maravillaba.


-¿Fue natural o tuviste que adiestrarte?
-Todavía me cuesta. Pero yo tenía un background anterior que es la lectura y la escucha de mi abuela Rosa, que falleció el año pasado a los 102 años, y mi abuelita Rosa me recitaba décimas. Pero décimas librescas, de Núñez de Arce, de Calderón, "La vida es sueño" la recitaba de memoria. Yo venía de eso, de lectura y escucha de los quince años de mi abuela. Entonces encontrar esa misma poesía improvisada por unos desaforados locos, además en tiempos de dictadura, fue una maravilla. Y la amistad con Pedro encauzó el oficio.


El próximo lunes 14 de enero Peralta inicia el año con otra de sus tradiciones: los "lunes brassensianos" (ver recuadro) que dedica cada semana a recrear el repertorio de Georges Brassens en El Mesón Nerudiano del capitalino barrio Bellavista. Para la apertura de su temporada 2008 tiene a un invitado especial: es su contrabajista de cabecera, Jorge Campos, ex integrante de grupos como Santiago del Nuevo Extremo, Congreso  y Fulano, que está de vuelta en Chile tras un año de ausencia. "Subirme de a dos a un escenario para mí es lo mejor", dice el cantante.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?