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Continuación

01 de Febrero de 2008 | 16:32 |

En los comienzos de la carrera de un músico o cantante cada disco suele ser como una foto, y todos ellos son tomas instantáneas de momentos específicos. Cuando ya han pasado décadas, y es algo que lo mismo le pasa a Bob Dylan como a Isabel Parra, un disco es otra cosa: es un pedazo de vida. Eso es Continuación, el álbum a dúo de la cantante y autora chilena con el músico napolitano Roberto Trenca. Tiene viajes, personajes, conversaciones, movimientos en el tiempo y el espacio, cambios de ánimo y hasta de espíritu, y la música es la mejor amalgama para la humanidad que trae dentro.

Esta "continuación" tiene más de un significado. Uno es histórico. Trenca tiene 29 años pero demuestra ser un conocedor de la Nueva Canción Chilena, el movimiento del que Isabel Parra fue una central
protagonista desde los años '60 junto a Víctor Jara, Patricio Manns, Quilapayún, Inti-Illimani y decenas más, y que durante la dictadura se desperdigó por el mundo con el exilio. Con su inmejorable socio la cantante recupera y actualiza esas raíces: aquí hay instrumentos y ritmos latinoamericanos, fusión con música tradicional italiana, una canción de Violeta Parra, su madre, y la propia Isabel Parra sigue fiel al cuatro, el instrumento venezolano de cuatro cuerdas que ha hecho propio en canciones históricas como "Cantando por amor" o "Ni toda la Tierra entera" y que aquí reaparece en distintos pulsos y modalidades.

La continuación también es personal. Las letras de canciones como "Y cantan a veces" y "Destello", que inauguran y cierran el álbum, aluden al dolor y la reflexión en soledad que fueron los primeros motivadores de este disco, durante un período de enfermedad de la autora. La última estrofa, la última línea, la palabra final de este disco, son segundos sobrecogedores, pero así también la continuación de esos estados de ánimo se oye luminosa en los juegos de palabras de "Tomar" o en la figura poética de "Puente en el aire". Los versos hasta se vuelven de protesta en un "Caballito blanco" transformado en caballito de batalla, y tanto en "Miguelito" como en "Niños musicales" Isabel Parra vuelve al espíritu de ternura de una canción con años de edad como "Ronda para un niño chileno", escrita en el destierro.

No es la única vez que se remonta a su historia. Aquí se oyen las "Cuecas del sol" con que la cantante Camila Méndez ganó la competencia folclórica del Festival de Viña en 2005, pero en la voz de la propia autora parecen un eco de las grandes "Cuecas del libro" grabadas décadas antes por Isabel Parra, una más quieta, una más alta. Y Roberto Trenca no sólo llena el disco con guitarra tradicional italiana, canción napolitana y música medieval, sino además sabe cruzar esa tradición con la raíz americana, de modo que en el tema instrumental "Las cosas van y vienen" se hace eco de los Inti-Illimani en el exilio, pero en la dirección opuesta, desde Italia a Chile, como una vuelta de mano. Es un disco a dos voces. La de él, joven pero profunda y sin estridencia. La de ella, una de las voces fundamentales de la música latinoamericana, siempre nueva. "Es la misma voz de antes", decía el propio Trenca durante la grabación de este disco. No es galantería napolitana. Es verdad.

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