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El mundo grotesco de Maria Lassnig revoluciona Londres

La exposición de la artista austríaca, que en cierta ocasión declaró: "Cuando pinto, todo está permitido. Quiero pintar cosas que incomoden", está inserta en el mundo del expresionismo.

24 de Abril de 2008 | 09:13 | EFE
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''Du oder ich'' (en alemán ''Tú o yo'') se titula el impactante autorretrado con el que se topa el visitante a la entrada de la exposición que la galería Serpentine.

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LONDRES.- Una mujer de ochenta años, de pechos caídos y con las piernas abiertas, mostrándonos la vagina, se pone una pistola en la sien, con la mano izquierda, mientras con la otra apunta directamente al espectador.

"Du oder ich" (en alemán "Tú o yo") se titula el impactante autorretrado con el que se topa el visitante a la entrada de la exposición que la galería Serpentine, en el Hyde Park londinense, dedica a la obra de la veterana pintora austríaca Maria Lassnig.

Abundan los autorretratos en la obra de Lassnig, y casi siempre tienen un carácter grotesco: otro de ellos muestra su rostro con los ojos tapados por una gruesa venda, abierta una boca de dientes irregulares como profiriendo un grito, y con una olla en la cabeza a guisa de casco.

En otra de las pinturas, titulada "Virgen férrea y virgen carnosa", vemos una Lassnig igualmente desnuda aunque esta vez con un cuerpo chaparro y sin brazos, junto a otra, que evidentemente es ella misma y que parece pintar a su alter ego con un pincel.

A diferencia, por ejemplo, de Francis Bacon, Lassnig nunca pinta a partir de fotografías, sino que crea imágenes de su propia experiencia, de su imaginación, que se destacan sobre fondos amarillos limón, verdes, azules o simplemente blancos.

Sus colores son violentos, como su pintura, que parece influida lo mismo por la pintura gestual derivada del accionismo vienés de los sesenta que por el informalismo de un Wols y el neoexpresionismo centroeuropeo.

La carne, "la razón por la que se inventó la pintura", al decir de otro artista, Willem de Kooning, no tiene en la obra de Lassnig la sensualidad afirmativa y gozosa que se aprecia, por ejemplo, en los desnudos de Lucian Freud.

Sus cuerpos son con frecuencia de una monstruosidad grotesca y de tintes surrealistas y recuerdan en muchos aspectos a la extraña figuración del movimiento Cobra, pero también a ciertas esculturas de la igualmente veterana Louise Bourgeois.

Hay una gran violencia en su mundo, una violencia sobre todo machista: sus hombres, barrigudos y de mirada brutal, a los que pinta también desnudos, parecen a punto de raptar o violar a muchachas con aspecto de muñecas o estrujar el mundo como si fuese un balón de fútbol.

Es una exposición que vale mucho la pena visitar -hasta el 7 de septiembre- la de esta gran artista austríaca que declaró en cierta ocasión: "Cuando pinto, todo está permitido. Quiero pintar cosas que incomoden".
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