Djavan y sus dos rutas: los colores de Milton Nascimento y los sabores de Caetano Veloso. Hijo ilustre de la más fina MPB.
El MercurioToda la historia de la MPB (música popular brasileña) parecía correr por Djvan la ventosa noche de domingo en el Teatro Caupolicán. Primero por su guitarra eléctrica, espesa y rockera, marcando quiebres de profunda raíz tropicalista. Después, los bailes al compás de ese R&B que tan bien procesan en Brasil. Finalmente, la noble armonía de la bossa nova utilizada al cantarle a Río (“Delirio dos mortais”), mientras una excelente sección de vientos y percusiones carnavalescas hacían su trabajo.
Más que un peso, para este músico eso constituyó un disfrute. "Santiago es una de las ciudades más bonitas que conozco... ¡Por qué tuve que esperar tanto tiempo para volver!", dijo sinceramente ante una multitud que lo celebraba (las mujeres le regalaban flores), para luego atacar con sus hits como “Samurai” o la excelente “Eu te devoro“ y otro nuevis temas de su último disco, Matizes.
Canciones muy bien interpretadas, que certifican las luchas de un Brasil tradicionalista que terminó aceptando en los '60 el triunfo de la canción pop para enmarcar el tropicalismo, la bossa nova, el jazz, la raíz africana y el rock. Al ver a su banda tocar tan fuerte (porque el volumen era altísimo) y comprobar su versatibilidad como guitarrista, bailarín y cantante de carácter, uno sólo puede desear investigar ese mundo aparte que habla portugués.