PARÍS.- Con silbidos y abucheos fue recibida el domingo en la Opera de París la puesta del director polaco Krysztof Warlikowski de la "Ifigenia en Taurida", de Gluck, cuya ambientación en una hospedería fue mal aceptada por el público.
Dos años después de su creación, esta producción de la obra maestra del compositor alemán Christoph Willibald Gluck no ha logrado convencer sobre su pertinencia, con una propuesta dramática completamente alejada del libreto inspirado en la tragedia de Eurípides.
Ifigenia aparece aquí desdoblada, representada con sus facetas "originales" de joven sacerdotista marcada por su terrible historia familiar, y a la vez como una mujer aburguesada que debe vivir sus últimos días en una hospedería.
El decorado, simple, con grandes camas y una hilera de lavamanos, se divide en dos para representar estos dos "mundos". Pero, a no ser que se considere la trágica historia original de Ifigenia como fruto de los delirios seniles de la vieja mujer, se hace difícil para el espectador relacionar esta producción con la obra de Gluck.
"Ifigenia en Taurida" (1779) supuso la apoteosis de la reforma "gluckista" de la ópera, al poner por delante de todo el texto y al sentimiento.