Magia del retoque computacional, la reina de la música disco luce en la portada de Crayons –su primer trabajo con canciones originales desde 1991– como si tuviera menos de la mitad de los 59 años que dicen sus biografías. Pero algo de eso hay. La cantante estadounidense Donna Summer, tal como Cher, apuesta por suspenderse en el tiempo. Ha hecho de Crayons un paseo estilístico que incluye dance, folk sureño, gospel, bossa nova, baladas y world music, con la pretensión de aplicar punto aparte en cada género.
No es un ejercicio de autocomplacencia, sino un regreso en serio, con ganas. Después de pasar tres lustros criando a la familia y vegetando musicalmente con reversiones, singles, homenajes y canciones navideñas, la artista firma doce de los trece cortes junto a varios productores y compositores, que suman en sus currículos chicas en la especialidad bailable: Kyle Minogue, Rihanna, Pink, Lily Allen, Fergie, Shakira, Kelly Clarkson y Leona Lewis.
Así en Crayons sobra el intento world music de "Bring down the reign", pero el resto retrata el elegante estilo que define a Summer. Conmueven la entereza y el dramatismo de su voz en "Be myself again". Sorprende su metamorfosis en "Slide over backwards", tributando las texturas musicales del Mississippi, con un toque de modernidad. Y desde "Stamp your feet", luego en "Mr. Music" y sobre todo con "The queen is back" y "Fame (the game)", la reina del disco demuestra que su talento para invitar al baile está tan intacto como presume su rostro en la carátula.
