"El Club de la Comedia" lleva su éxito a tiendas: Sergio Freire publica libro de monólogos

SANTIAGO.- El éxito de "El Club de la Comedia" da cuenta de algo que a estas alturas ya parece innegable: Sus chistes son efectivos. Arrancan risas vistos por televisión, o en los monólogos en vivo que los comediantes del programa presentan regularmente en bares y teatros.

Sin embargo, Sergio Freire decidió dar un paso más allá que sus compañeros de programa, y probar con el libro como soporte para sus diversas ocurrencias. En septiembre, el comediante lanzará —de la mano del sello Planeta— "¿Se han fijado?", en el que reúne viejos y nuevos monólogos, además de chistes cortos, cómics y secciones varias, con una característica que los atravesará a todos: "será sin censura", dice.

"Trato temas puntuales. Hay monólogos de las fotos, los perros, los nombres, el maquillaje de las mujeres, los católicos, Jesús. Hay hartos temas que en la tele no puedo hacer. Nombro gente, hago chistes con personas conocidas", explica.

-¿Por qué eso no lo puedes hacer en TV?
-Es que les pego por pegarles nomás, porque es divertido, e igual hay gente intocable en la tele, como Don Francisco. En el programa no puedo hacer chistes de la Teletón, por ejemplo, pero en el libro sí. También tengo un monólogo de los católicos que está "subido", y en la tele me acusarían de hereje. En el programa colé un monólogo de Jesús y en una página de internet subieron después un "pitéate un blasfemo" con mi foto.

-¿Y a qué personajes nombras en los monólogos?
-Rafael Araneda, por ejemplo. Tengo chistes con esos comerciales que hace él, en que dice "ven al gran zapatillazo, zapatillas desde $1.990", pero él nunca se pondría eso en la calle. Eso no lo podría decir en TV, para no nombrar a la marca. Hay chistes de universidades, que tampoco podría contarlos en la tele.

-¿En qué se diferencia un monólogo escrito de uno en vivo?
-Siempre va a ser mejor el monólogo en vivo, pero verlo escrito igual va llamar la atención de algunas personas. Es el primer libro chileno de "stand up comedy", entonces de partida se cacharía cómo se escribe un monólogo.

-¿Entonces se trata de tus libretos?
-Claro, pero igual arreglados y actualizados para que el texto sea gracioso leyéndolo, porque en mis monólogos yo actúo harto, pongo caras. Eso traté de reemplazarlo. De todos modos, para que el libro no sea tan latero, está pensado un poco como el programa: hay secciones, está separado por temas, tiene chistes sueltos.

-¿Cómo sería una sección?
-Por ejemplo, hay una sección de comentarios de una abuela viendo "Matrix". O consejos por si tu esposa te pilla engañándola, con las cosas que puedes decir en el minuto. Otro punto que agarró mucha fuerza en el libro son las ilustraciones de Rodrigo Salinas: Yo le pedí que hiciera algunos dibujos, de algunas partes de los monólogos, y cuando empezamos a trabajar nos dimos cuenta de que daba para mucho más. El libro tiene harto cómic, como una sección que se llama "Freirín y su fiel amigo Rumidog", como Pedro Ruminot. Allí salgo como un ratón que hace monólogos, y abajo hay un perro que me aportilla todos los chistes.

-O sea que el libro permitirá leer durante media hora o un minuto, según las ganas que uno tenga.
-Claro, ésa fue la idea principal, que sea un libro que se pueda abrir en la página 85 o en la 4, sin una historia. Porque además el público que quiero agarrar es disperso, los jóvenes de ahora tienen mil distracciones, entonces leer un libro de corrido es latero, ni yo lo hago. Así es que lo chasconeamos para ese público, de hecho va a ser muy barato: no costará más de cinco lucas.