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El factor Liza Chung

La pianista nacida en la ciudad coreana de Seúl y arribada a Chile a los cinco años de edad, fue el eje y el elemento articulador de un concierto que tuvo altibajos en los instrumentos restantes.

26 de Agosto de 2008 | 13:56 |
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La señorita Chung con la mirada puesta en ese armatoste que resguarda toda la lógica armónica y melódica de Occidente. Su piano fue un elemento clave en esa jornada en la UC.

El Mercurio

Sólo dos obras se presentaron en el más reciente concierto de la Temporada de Cámara 2008 del Instituto de Música de la Universidad Católica. Ante una sala colmada de público se escuchó el “Trío Op. 40 para corno, violín y piano” de Johannes Brahms y el “Cuarteto para cuerdas y piano N° 2 en Mi bemol mayor” de Antonin Dvorak, jornada marcada por el Romanticismo.

El violinista David Núñez, el cornista Ricardo Aguilera y la pianista Liza Chung interpretaron el “Trío para violín, corno y piano” de Brahms, una obra de gran belleza, cuyo resultado no fue plenamente logrado. La razón estriba en que sólo Núñez y Chung tocan habitualmente música de cámara, mientras que el buen cornista Aguilera es miembro de la Orquesta Sinfónica de Chile, por lo tanto está acostumbrado al sonido grueso de la orquesta. Tiene poco entrenamiento para lo íntimo de esta música.

Esto se evidenció en la flaqueza de los balances sonoros, debido a que el corno usó una dinámica muy pareja, donde los “piano” estuvieron casi ausentes. Y cuando los hubo, el sonido se desdibujó o bien se quebró. En el primer movimiento, luego del musical e íntimo inicio del violín y el piano, el corno trató de manejar igual dinámica y entró inseguro, con quiebres sonoros. Luego mejoró pero los fraseos generales se desdibujaron. Incluso el pulso se tornó irregular por los atrasos del corno.

En el segundo movimiento, el tema inicial se presentó de bella forma, pues se corrigieron algunos errores de afinación, así como también se corriegieron los problemas de balance. Entonces afloró la musicalidad de los intérpretes. En el tercero, la entrada del piano logró magia sonora con un ensoñado “pianissimo”, que fue replicado por el violín. Luego el corno realizó ingentes esfuerzos para alcanzar el mismo concepto sonoro, pero con escaso éxito: casi anuló el sonido del violín. No obstante debemos reconocer lo valioso del trabajo de Aguilera para intentar ajustar el sonido al de los otros intérpretes, que terminó provocándole tensión.

En cambio, en el movimiento final, que es bastante rápido, el cornista se vio mucho más cómodo, elevando mucho el nivel grupal de la interpretación con fraseos y articulaciones claras que provocaron el entusiasmo de los asistentes y sus efusivos aplausos.

El señor Dvorak

En la segunda parte, el violinista Héctor Viveros, el violista Rodrigo Pozo, el chelista Cristián Gutiérrez chelo y la propia Liza Chung en el piano fueron los intérpretes del “Cuarteto para piano y cuerdas” de Dvorak. Una obra en la que es posible encontrar los típicos elementos de carácter folclórico que utiliza muchas veces su autor.

La obra se puede considerar casi plenamente lograda, ya que algunas pequeñas desafinaciones le restaron algo de brillo. Además creemos que al musical sonido del chelista le falta peso para otorgarle un equilibrio más consistente al conjunto. En el movimiento “Lento” se obtuvo un clima de gran belleza, a través de las frases que van pasando entre cada uno de los instrumentos. Y un logro total en interpretación se produjo en el tercer movimiento, pues a cada uno de los intérpretes se le vio explotando al máximo su musicalidad.

Buenos fraseos, articulaciones claras, contrastes muy logrados y sentido romántico, se escuchó en el movimiento final, consiguiendo la más entusiasta respuesta del público. Quisiéramos consignar, el estupendo trabajo de Liza Chung, que en ambas obras fue la articuladora y sustento base, donde cada instrumentista encontró la más clara guía.

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