EMOLTV

Black ice

Pedir peras a un olmo es incorrecto. Pedir rock and roll a ACD/DC es lo correcto. La banda australiana no varía, no avanza y, créanlo, tampoco tendría por qué hacerlo. A ocho años de comenzar su descanso, el regreso es igual que siempre. Sólo que más potente.

24 de Octubre de 2008 | 19:26 |
imagen

Hay grupos en los que discutir su evolución musical es lisa y llanamente un sin sentido. En esta lista los veteranos AC/DC de seguro están en la cabeza. Su sonido, rock and roll de la más pura tradición, no ha crecido un ápice con el paso de los años, que en este caso, superan las tres décadas. De esta forma, la interrogante acerca de la validez del nuevo lanzamiento del legendario conjunto, Black ice, placa que los trae de vuelta al mundo tras su arrollador Stiff upper lift (2000), es casi obligada, sobre todo si se considera que es el regreso tras ocho años de silencio en lo que respecta a nuevo material.

Es esta misma pregunta la que, al escuchar la entrada con el sencillo “Rock ’n roll train”, se responde sin mayores argumentaciones: AC/DC no varía, no cambia y, créanlo, tampoco tendría por qué hacerlo. Hablamos de un conjunto que definió al rock and roll, con clásicos como “Highway to hell”, “Back in black” o “Thunderstruck”. Con esos antecedentes, verdaderos himnos a estas alturas, no hay mucho que pedirle a los australianos más allá que sean capaces de recrear esa sensación de vértigo y locura, cosa que logran de inmediato con Black ice.

Cuando se comprende eso se disfruta mucho mejor este nuevo AC/DC. Tiene todo los elementos reconocibles: la voz rasposa y aguardentosa de Brian Johnson y la guitarra llena de groove del colegial más veterano del rock, Angus Young. El solista está acompañado por su leal hermano Malcolm en la segunda guitarra además de la base rítmica potente del bajista Cliff Williams la batería de Phil Rudd. Ése es el pilar que construye verdaderos himnos al rock de la vieja escuela como la mencionada “Rock ’n roll train”, “Skies on fire” o “Big Jack”. Son las tarjetas de presentación de una banda que a pesar de todo se conoce de memoria el libreto del rock. Mal que mal, ellos lo escribieron y es lógico asumir su maestría en la ejecución, como el inicio de “Anything goes”, uno de los puntos altos de este elepé. Sin embargo, el crédito no es sólo de Young y compañía, porque el reputado productor Brendan O’Brien (Pearl Jam, Incubus, Audioslave, entre otros) les brindó el sonido perfecto: pulcro, pero lo suficientemente aguerrido para que las guitarras, elemento principal de la música del grupo, suenen a mil durante todo el largaduración.

Como si el tiempo se congelara, AC/DC parece estancado en los años en que las guitarras y el viejo lema “sexo, drogas y rock and roll” parecía ser la máxima para vivir los días. Puede que ahora sea un anacronismo de tiempos pretéritos, de dinosaurios, pero AC/DC no sólo regresa con su primer trabajo original luego de largos ocho años de ausencia. También, nos hace creer nuevamente en el imperecedero apostolado del rock, ése que los mismos australianos cantaran décadas atrás, sólo que ahora y con un sonido más potente, lo traen a las nuevas generaciones de la mano de un inspirado Black ice.

—Felipe Kraljevich M.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?