En vivo y en movimiento

Todavía falta para el disco con el que Valentina Fel va a debutar este año, pero no es lo relevante, porque su prioridad siempre será otra. "Lo más importante para mí es en vivo", dice esta cantante chilena de 27 años, que suma elementos visuales y de danza en escena. "La música está más hecha para escucharla en vivo, conmigo haciendo toda la performance, que para ponerle play en la casa. Es tan fuerte que se va a entender mucho más si lo ves en movimiento", invita.

La siguiente ocasión para verla en movimiento está próxima. Valentina Fel se presenta el 8 de noviembre en el bar de Constitución 61, en el barrio Bellavista de la capital, donde estrenará el videoclip de "Sin control mi diversión". Y desde ya se pueden escuchar en su sitio en MySpace las dinámicas canciones de su repertorio, hechas de melodías pop, rimas de hip-hop y bases programadas, con títulos como "Caos moral", "Sin control mi diversión" o "Circo podrido". Y ella se ha dedicado a ejercitarlas en diversos lugares desde su estreno en vivo en 2006, tal como la hará esta vez a trío con un VJ/DJ, su baterista Pablo Chaparro y muchas bases programadas.

Bodas de sangre y la Matrix

Ya ese comienzo fue auspicioso: cuatro canciones cantadas en la calle como parte de un montaje presentado por el grupo de teatro francés Royal de Luxe en el barrio Brasil de la capital. Egresada de la Escuela Internacional del Gesto y la Imagen La Mancha, Valentina Fel se consagró desde entonces a la música con tempranas melodías como "Emergencia", "Acapulco", "Va quemando el sol" y sus características notas.

-Árabes -define ella-. Son notas medio árabes. Tengo harta influencia porque desde muy chica escucho distintos tipo de música, aparte de mucho pop de la radio.

-¿El lado árabe de dónde vendrá?
-Del flamenco, yo creo. Mi familia es bien activa, son todos artistas, mi papá siempre quería que bailara flamenco y me ponía (la película) Bodas de sangre. He estado muy influenciada por la música escénica, de cine, de teatro, además de discos de bossa nova, tango, Billie Holiday, jazz. Y aparte de la música que escuché a los catorce años, como Tricky y el trip-hop.

-¿De eso último viene la elección de bases en vez de un grupo?
-Yo tuve una banda al comienzo, y apareció mi inquietud con la música electrónica cuando quedé alucinada con la cantidad de cosas que uno puede crear en un computador. Los dos formatos los encuentro muy entretenidos, porque lo central es mi cuerpo, mi performance, mi voz, lo que uno transmite, la mirada en el momento, la conexión del público en lo inmediato. La coreografía también toma parte del lenguaje. Puedo decir "no", pero si lo digo con movimiento es otra cosa.

-¿Qué tanto te involucras en la música también?
-Me involucro en todo. Soy una involucrona. No puedo no hacerlo, hasta en los mínimos detalles: el vestuario, el maquillaje, las bases que me gustan, y también elijo al productor. Y si elijo el productor elijo el sonido. El piano lo manejo un poco, para componer, digamos, pero sentarme a tocar piano, no. Mi instrumento claramente es el cuerrpo, diría yo. El cuerpo y la voz.

-A propósito de la voz, casi inventas un idioma cuando dices cosas como "Máquina many to Matrix to Matrix". ¿Qué significa?
-No sé cómo salió eso (en la canción "Sin control mi diversión"). Estamos hablando de máquinas, y la palabra Matrix es universal y muy pop además. Pero después hay textos muy claros, por ejemplo "Vámonos al circo otra vez / El circo está podrido, puedes ver" (en "Circo podrido"). Eso se refiere a los medios, también.

-En la misma canción dices "Salir en la radio otra vez". ¿Tiene que ver con ser una cantante pop?
-Creo que el disco tiene elementos pop, pero no es pop, porque no es una música fácil, es un poco más difícil de digerir.

A la guerra

Para el próximo 11 de diciembre está previsto además el estreno de Valentina Fel en Buenos Aires, invitada a Zizek, el emergente club de música hip-hop, electrónica, pop y otras tendencias en la capital argentina. Y luego será Sao Paulo su siguiente destino en vivo.

De apenas un año antes data lo que la cantante considera su primera actuación en propiedad, cuando en 2007 fue una de las seleccionadas del concurso Nuevos Sonidos organizado por el sitio de música independiente Super 45. "Fue buena", recuerda. "Era una cosa arriesgada. ¿cómo iba a funcionar eso si era todo tan nuevo, acababa de ganar ese premio, con gente que no conocía?"

-No pareció preocuparte. Saliste a cantar bailando desde el camarín.
-¡Ja! Y toqué tanto el año pasado que ya no me acuerdo cuántas veces. Para mí lo mejor es pasarlo bien, todas las tocatas son importantes, donde sean, y que funcione todo bien es lo máximo. Aparte es raro, pero para mí es como la guerra cada vez que subo a un escenario.

-¿Tú contra el público?
-No, pero el público va a ver si acepta lo que le estás dando o no. Y va a probarte. Para mí, en ese momento cuando salgo, tengo que entregarlo todo. Cuando la gente va a la guerra no va a perder, va ganar. Voy a seducir a este público: voy a hacer que quieran lo que estoy entregando. Por último me pueden decir que la música es muy fuerte o qué horror, pero no es mediocre, eso ya es ganado. Es a mil.

-¿Qué cosas han cambiado en tu música?
-Sonoramente hay harto cambio pero hay una unidad porque me sigue moviendo lo mismo, con más ganas. El disco tiene una carga muy real de lo que está pasando. Tiene mucho que ver con periodismo. Obviamente está pasado por el arte, pero es bastante crudo. Hay mucha humanidad en las letras, compromiso social también. En ese sentido no es pop. Te puedes aprender una frase, pero no es un disco para escuchar en la mañanita. Pero me pasa que mi propio disco me sube el ánimo. Porque dice "¡Sigue andando, sigue andando!" -sonríe: se refiere a la canción "No me quiero anular-. Ésa es la actitud del disco. Vamos para adelante igual, con todo lo que está pasando. Es esa energía, totalmente. No dejarse avasallar.