SANTIAGO.- Al artista belga Jan Fabre, definitivamente no le interesan los estómagos delicados. "¿Cómo cuestionar a una sociedad aburrida de pensar, de preguntarse, sin choquerla?", dice uno de sus cuestionamientos más recurridos, como si allí estuviera el principio fundamental de su propuesta.
La máxima acompañaba a las piezas visuales que el artista trajo a la exposición que hasta hoy se toma el segundo piso del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), el mismo recinto que en estos momentos tiene su hall central delimitado por un enorme telón gris, y cubierto por un amplio escenario frente a una gradería móvil.
Es el entorno en que a partir de hoy se montará la obra "La orgía de la tolerancia", el montaje que el belga decidió estrenar en Chile y en el que cuestiona la forma en que se ejerce el valor que da título a la obra, a través de la mirada al poder, el sexo, la religión y la sociedad mercantilizada, entre otros temas.
"La tolerancia es muy importante. Pero hoy vemos un tipo de falsa tolerancia en la sociedad. Por ejemplo, la extrema derecha en Europa está volviendo a un tipo de tolerancia en que todo es aceptable, hasta volverse cuestionable", dice.
Esos temas se dejan ver entre diálogos que aluden a tópicos como el consumo, pero también en una propuesta visual que incluso puede resultar incómoda. Imágenes masturbatorias, alusiones al armamentismo, cuerpos retorciéndose y danzas frenéticas se entremezclan en un escenario que, además del telón gris, sólo tiene unas cuantas butacas en su escenografía.
Y aunque anuncios previos hablan de una obra que puede propinar una cosquilla y una puñalada a quien la presencie, Fabre prefiere dejar ese tipo de juicios a cada uno. "Creo en los límites secretos entre el espectador y el arte", asegura.
Sin embargo, deja en claro que allí están presentes sus concepciones más profundas sobre el teatro, al que ubica como "una de las últimas formas en que los seres humanos intercambian energías, casi como ir a misa. En tiempos de internet, mensajes SMS, las personas no tienen un lugar para compartir energías, mirar a los ojos del otro, oler su transpiración. Es necesaria la presencia de la pieza artística, el actor y el público reunidos. Y para el artista se vuelve importante enfocarse a un teatro político, su voz tiene que escucharse en la sociedad, por eso debe tener una voz y una postura clara", reflexiona.
"La orgía de la tolerancia" se presentará hasta este domingo en el MAC, el mismo día en que su exposición "Umbraculum para Santiago" también abandonará el recinto.