Años y años expuestos a su poética exquisita nos han hecho olvidar las fortalezas de Morrissey en campos ajenos a la escritura. Su canto, por ejemplo, que mantiene la identidad elegante y sinuosa de tiempos de los Smiths, pero que con el tiempo ha ganado fuerza y el asombroso carácter de un hombre adulto, seguro, enfático. Morrissey canta sin un ápice de ganas de parecer joven (en mayo cumplirá los 50), pero no por eso se permite el acomodo. Más de una decena de álbumes y un sello de extrema autonomía que ninguna estrategia comercial ha logrado doblegar son para él hoy una plataforma firme desde la cual emprender desafíos con más seguridad, como el escalador experimentado que aborda la cumbre más difícil sólo cuando se sabe con los músculos y la mente a punto.
"Es un milagro incluso que haya llegado así de lejos", canta en "Something is squeezing my skull", y es cierto que el canto maduro era una perspectiva improbable para quien se hizo famoso abrazando la desazón, el sarcasmo y la sensación de permanente "otredad" de la juventud más desafiante junto a The Smiths. Pero en un escenario pop que distorsiona y defiende a rajatabla cada nuevo y banal esfuerzo de reinvención, Morrissey debiese ser objeto de estudio: desde un situal de crooner sin gran parafernalia, despliega esa misma agudeza juvenil en su mirada social, autoinflingiéndose, a cambio, todo el sarcasmo necesario para afrontar con prestancia una condición de héroe pop -los suyos son devotos, y no fans- de la que saldría muy mal parado si se la tomara con solemnidad. Ahí está la carátula: el eterno célibe cargando sin problemas a un hijo que jamás será suyo, y el título que vuelve irónica la sentencia de máxima condena: "Años de rechazo".
La graciosa victimización sigue en "Throwing my arms around Paris", el impulso de un viajero que decide abrazar una ciudad hermosa a falta de candidatos carnales. Toda su discografía está poblada por estos juegos encantadores en los que el abandonado toma la sartén por el mango. Aquí, en "All you need is me" advierte: "No te gusto pero me amas / de cualquier modo estás equivocado". El crescendo inquietante de "It's not your birthday anymore" revisa un enamoramiento fatuo: "¿Realmente pensaste que eran en serio todos esos azucarados sentimentalismos que nos dijimos?". Los arreglos de riffs vigorosos, a cargo del mismo hombre que lo acompañó antes en You are the quarry (2004), sostienen un disco rockero y poderoso, que introduce guitarras flamencas y una trompeta mariachi en la vivísima "When I last spoke to Carol". A estas alturas, nadie espera ideas de los héroes ochenteros. Morrissey parece encantado de subvertir otra vez la norma.
—Marisol García