ROMA.- La increíble historia de la colombiana Clara Rojas y su hijo Emmanuel, el niño que nació hace cinco años en el corazón de la selva de una madre secuestrada y un padre guerrillero, será llevada al cine próximamente.
"Tengo varias propuestas. Dos europeas, una de Estados Unidos y una de América Latina, en particular de Argentina. Vamos a ver si llegamos a un acuerdo y si escribo el guión", contó Rojas este domingo en una entrevista con la AFP.
La ex rehén de la guerrilla colombiana, que pasó casi seis años secuestrada por las temidas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hasta el 10 de enero de 2008 cuando fue liberada unilateralmente, protagonizó una historia que se puede calificar de película.
"He pasado seis meses reflexionando sobre lo que pasó. Tenía que digerir una experiencia tan dura. Ahora quiero compartirla", cuenta con el mismo tono sobrio y medido heredado de su madre, también llamada Clara y cuya batalla por la liberación de su hija representa un emblema de entereza para el país latinoamericano martirizado por 40 años de conflicto interno.
La ex rehén, que tuvo un hijo de una relación amorosa con un guerrillero cuya identidad no ha querido revelar, acaba de terminar un libro sobre su peculiar drama, de dolor y amor, que será puesto a la venta en abril en varios idiomas por la editorial francesa Plon.
Después de haber estado sumergida en la escritura, -"un camino nuevo para mí", sostiene-, la abogada Clara Rojas declara su satisfacción por un deseado viaje de cinco días a Roma, y sobre todo al Vaticano, como parte de una peregrinación interior para agradecer a Dios y al Papa su vida actual.
"Antes de que me liberaran tuve varias visiones de que estaba libre con mi hijo (del que fue separada al octavo mes de nacimiento). Eso se cumplió. Ha sido un milagro de Dios otorgado por intercesión de la Virgen", sostiene Rojas, quien reforzó durante el cautiverio su devoción católica, al igual que su célebre compañera de secuestro Ingrid Betancourt.
Frente a la compleja relación con la mediática Betancourt, de la que fue amiga y con la que solía leer la Biblia en cautiverio como único consuelo, mantiene una posición distante y evita pronunciarse sobre las acusaciones de "arrogancia" y "egoísmo" contra la franco-colombiana hechas en el libro que acaban de publicar tres ex rehenes estadounidenses.
"No he leído aún el libro", aclara Rojas, quien dedica un capítulo de su relato a temas como el "perdón" y la vida diaria en el agobiante clima malsano de la selva, abatida por las fiebres, los malestares estomacales y la cutánea enfermedad de leishmaniasis.
"Cuento lo que sufrí y lo que sentí, como veo a las personas más cercanas y por su puesto Ingrid forma parte de esa experiencia. Me refiero a todos en carne y hueso, con las virtudes y los defectos de todo ser humano", admite Clara.
La ex rehén, quien se va soltando con la charla, sonríe, permite la entrada de Emmanuel, un niño alegre y vital, encantado con las fuentes romanas y las leyendas de los leones en el Coliseo, al que se le percibe su difícil experiencia sólo por el bracito que no logra mover al haber sido desgarrado el músculo durante el parto en la selva.
"Lo traje para que viera al Papa", reconoce Rojas, quien vino a pedirle a las autoridades de la Santa Sede y al cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos que sigan apoyando la batalla para la liberación de los 22 policías y soldados aún secuestrados por las FARC y de los 2.000 plagiados por extorsión en el marco de la campaña internacional "Luz por la libertad".
"De lo único que no voy a hablar es del padre de Emmanuel. No tengo información y además tengo una responsabilidad con mi hijo, por lo que voy a esperar a que crezca. No va a conocer la historia a través de los medios de comunicación", precisa.