Jaime Retamal, uno de los socios de la familia Aravena, muestra la fachada de la nueva discoteque Broadway. El recinto tiene capacidad para 3 mil 500 personas y 600 autos.
Raúl Bravo, El MercurioSANTIAGO.- "En tiempos de crisis, es cuando la gente más quiere divertirse". Con esa actitud, la familia Aravena, ligada a varios locales nocturnos de Santiago, decidió no echar pie atrás a uno de sus proyectos más ambiciosos: la remodelación e inaguaración de la discoteque Broadway, famosa por sus fiestas en la década de los '90.
Pensada hoy como el centro de eventos espacio Broadway, esta noche será su relanzamiento con un mega fiesta que incluye 3 mil invitados, entre famosos y asiduos a la diversión nocturna. El evento se programó desde las 21:30 horas.
El show principal estará a cargo de Corona, la popular cantante de eurodance de los 90. Y la animación quedó en manos de Hotu Hiti y Francisca Ayala. Como afitriones, en tanto, se cuentan a Kenita Larraín y Juan Falcón.
Varios integrantes de la familia Aravena viajaron a Las Vegas para acondicionar a todo lujo los 3 mil metros cuadrados con que cuenta el recinto, que aspira a convertirse en el mayor centro de eventos del sector poniente de Santiago.
Ubicado en un lugar estratégico, a 2 minutos del aeropuerto de Santiago, a 5 kilómetros de la salida poniente de la autopista Costanera Norte y a 50 minutos de la turística ciudad de Viña del Mar, los dueños del nuevo centro de eventos, quieren convertirlo en un local de clase mundial, con el fin de desarrollar espectáculos de gran envergadura.
La familia Aravena también administra otros recintos conocidos, como el teatro Caupolicán, la discoteque Cover y el Passapoga. El gerente de marketing de Espacio Broadway, José Antonio Aravena, señaló que sus dueños, pese a la crisis, están "convencidos del éxito del negocio y porque la iniciativa insta a otros grupos a invertir en estos momentos de incertidumbre".
Lo que más va a caracterizar a la nueva Broadway son dos impresionantes cascadas: una, adentro del local, que baja por la misma escalera por donde el visitante llega a la pista, y la otra en el frontis, con ocho metros de altura, tres de ancho y que cae sobre una pequeña laguna.