La guitarra es sólo el comienzo: Martín Buscaglia también toca bajo, ukelele, megáfono, efectos de sonido y juguetes varios.
CentexSANTIAGO.- Su primera vez en Chile fue en mayo pasado, invitado al festival "Ñufolk" organizado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en Valparaíso. Hoy el músico uruguayo Martín Buscaglia llega al mismo puerto a ampliar la experiencia, como parte de un concierto compartido junto a la cantante australiana Kat Frankie que tendrá lugar esta tarde en la terraza del edificio del citado Consejo.
Con el disco El evangelio según mi jardinero (2006) como grabación más reciente, el cantante estrenará canciones de un futuro álbum que publicará antes de fin de año en España, México, Argentina y Uruguay. Y su visita se suma a una agenda de conciertos que, además de esos países, lo ha llevado por Brasil, Puerto Rico, Francia e Inglaterra.
-Por suerte la música combina muy bien con el viajar -comenta-. En cuanto a tocar en Chile, me encanta esa cosa que se da en las primeras incursiones a un lugar, en donde tanto yo como el público nos volvemos vírgenes. Es como ir a ver una película sin saber absolutamente nada de la trama. La experiencia de mayo fue muy positiva, de gran conexión con la gente, por eso vuelvo, tengo ganas de más.
Sonido tuppertrónico
Guitarra, bajo y ukelele, pero también efectos de sonido, pedales y juguetes son parte del instrumental de Buscaglia. -Vuelvo a tocar en el formato "hombre orquesta", es decir yo solo, con diversos instrumentos, incluso uno de mi invención llamado tuppertronic, un megáfono y algunas cosillas más. Al crear todo lo que suena en el momento puedo modificarlo a mi antojo, por lo que nunca suena exactamente igual. Una canción está viva, no es un fósil.
-Se supone que tú lo dijiste: ¿por qué acuñaste la expresión "minimalismo barroco" para tus canciones? ¿De dónde salió la definición?
-La definición viene para salir al paso de la típica pregunta de "¿Cuál es tu estilo?", pregunta para la cual me agrada que no haya respuesta. Con minimalismo barroco me refiero a que son canciones con muchas capas de información, tanto en lo lírico como en lo armónico y rítmico, pero me interesa mucho que algo complejo se muestre de manera que parezca muy simple, muy fluido, que parezca casi improvisado, aunque si escarbas se note el caudal que conlleva. Y viceversa, cosas que lucen intrincadas en el fondo son muy simples. Con el hombre orquesta investigo mucho con eso, el deconstruir una canción y volverla a armar.
-¿Dirías que hay algún lazo entre tus canciones y lo que se conoce de generaciones anteriores en la música uruguaya?
-Diría que sí en el sentido de que en Uruguay siempre ha habido solistas compositores muy singulares, que mezclaban la canción con la experimentación, y que no eran directamente epigonales de cosas que estuvieran pasando en otros lados. Eduardo Mateo, Gustavo Príncipe, muchos…
-¿Otros nombres al azar en esa historia son referentes en alguna medida para ti? ¿Rubén Rada? ¿Los hermanos Fattoruso? ¿Los Tontos y Los Estómagos? ¿Supervielle? ¿Drexler?
-De los que nombraste, Rubén Rada ha sido sin duda una referencia para mí. Un ejemplo de musicalidad. Un músico elevado, lo mismo que los hermanos Fattoruso. Puro swing y creación. Son mís idolos. Tomando la música uruguaya, el candombe, y mezclándola con el rock, el funk, Brasil, en fin. Bueno, en los '70 tuvieron juntos en Estados Unidos la banda Opa, cuyos discos sin duda me llevaría a una isla desierta.
-Estos son conciertos organizados por el Gobierno acá. ¿Existe algo similar en Uruguay, hay festivales públicos de este tipo o más bien funciona un circuito independiente?
-Recién con este gobierno se empezó a dar más seguido. Últimamente se ha hecho más común el que vengan artistas de otras partes, muchas veces a compartir fechas con uruguayos, lo cual me parece buenísimo. Siempre se demuestra que en la música, en el arte, todos bebemos de una misma inmensa e inagotable fuente.
Martín Buscaglia y Kat Frankie.
Miércoles 7 de octubre, 20.30 horas.
Terraza del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Plaza Sotomayor, Valparaíso.
Entrada libre, invitaciones disponibles en 232 6631 o en extension@consejodelacultura.cl