VIÑA DEL MAR.- Mauricio Flores pudo celebrar sus 25 años de trayectoria con el reconocimiento del público de la Quinta Vergara, a través de la Antorcha de plata y oro.
Tras recibir el primer galardón, Flores, caracterizado como Tony Esbelt, dejó de lado al personaje y liberó sus emociones con la voz entrecortada. "El mejor premio es esto (aplausos del público) tras 25 años de trabajo", dijo.
Al escuchar los gritos que solicitaban la Antorcha de oro, sólo un par minutos después de alzar el galardón de plata, Flores abrazó a Eva y comenzó a sollozar. Visiblemente afectado levantó el premio y agradeció al Monstruo.
Pero la rutina tenía que continuar, por lo que rápidamente volvió a su rol de humorista y desapareció en el escenario para regresar como Melame.
Ataviado como "el mono" y luego de continuar su presentación por media hora más, Flores se depidió de la Quinta Vergara, la que se rió a destajo, pero no pidió la Gaviota.
Una doble rutina con Esbelt y Melame
En medio de un escenario en tonos rosados, y al ritmo de la canción "Pluma pluma gay", Mauricio Flores apareció en la Quinta Vergara caracterizado como Tony Esbelt. Por supuesto, su ingreso no fue sencillo: entró acostado arriba de un podio manipulado por un grupo de hombres musculosos.
El "entrenador personal" no estuvo sólo en el escenario. Al comienzo de su rutina interactuó con Rafael Araneda. El animador del certamen lo saludó e inmediatamente el público comenzó a solicitar, mediante gritos, el beso entre ambos. El personaje de Flores incentivó al Monstruo a pedir algo más: el piquito, hecho que no se concretó.
Tras casi 40 minutos de rutina y luego de recibir las dos antorchas, Flores retornó al escenario vestido de Melame. Esta vez, eso sí, incluyó un guión con nombres de cereales y de sus parientes, como Telopín y Telopongo o Aguirre y Agarra.
Tal como se espera de las rutinas de Flores, el guión incluyó chistes sexuales y sobre gays, pero no explotó dicho recurso durante todo el show, puesto a que equilibró el doble sentido con momentos más livianos.
El humorista se atrevió a correr el riesgo de exhibir una serie de historias largas que contaban con varios puntos de climax, fórmula más difícil que los simples chistes cortos. Y es que Flores puede darse esta licencia, no en vano celebró hoy su cuarto de siglo en el humor.